Una vez más la naturaleza ha mostrado su fuerza y con ello ha puesto “en jaque” a la industria acuícola salmonera nacional, especialmente que opera en la región de Los Lagos, la que se ha visto afectada por un explosivo evento conocido como Floraciones Algales Novias-FAN, a consecuencia del crecimiento descontrolado de ciertas microalgas propias del plancton, en este caso el fitoplancton, en nuestras costas. Estos fenómenos que suelen ocurrir cada cierto tiempo, con mayor o menos intensidad, son consecuencia de cambios climáticos y oceanográficos que influyen directamente sobre las poblaciones de microalgas. Estas últimas, al verse en presencia de abundante luminosidad y radiación solar, elevadas temperaturas, salinidad apropiada, procesos de excesiva calma de vientos y corrientes, así como también en presencia de nutrientes que son aportados al sistema por las débiles lluvias que los arrastran desde la costa, se multiplican exponencialmente y en forma descontrolada. En el actual caso que nos ocupa se ha visto presencia de diferentes microalgas, pero la que estaría produciendo el problema y con ello las altas mortalidades reportadas es una perteneciente al grupo de las Raphidophyiceae, conocida como Chattonella sp.
Estos fenómenos que no son nuevos para Chile y en el mundo están descritos en ambientes con y sin presencia de actividad relacionada con la industria salmonera, obviamente traen problemas de todo tipo, especialmente cuando estas microalgas tienen la característica de ser productoras de toxinas, las que junto al daño mecánico que producen en los peces en cultivo, tienen además un fuerte efecto tóxico, que inevitablemente lleva a la muerte de estos salmónidos mantenidos en confinamiento en las unidades de cultivo respectivas.
Situación actual
A la fecha (marzo 2016) podemos señalar que la cantidad de empresas salmoneras afectadas son 13, totalizando 34 centros de cultivo donde la población expuesta al riesgo, supera los 20 millones de unidades de salmones de diferente tamaño que han muerto, alcanzando así una mortalidad cercana a las 40.000 Toneladas. Por tratarse de un evento que aún no concluye y donde la mortalidad sigue siendo extraída desde el fondo de las unidades de cultivo conocidas como balsas-jaulas, no se puede dimensionar aún la cuantía total de la pérdida, la que seguramente podría ser mucho más alta de lo que se cree.
En el caso de este evento de la naturaleza, la combinación del daño mecánico, más la toxicidad de la microalga, sumado a la imposibilidad de reaccionar a tiempo a consecuencia de la magnitud del problema, sin duda alguna son los elementos que han permitido el actual escenario que hoy enfrenta la industria salmonera nacional. La mayoría de las empresas salmoneras cuenta con pólizas de seguro que otorgan cobertura frente a las pérdidas originadas por estas causas, lo que da cierta tranquilidad a los productores, aun cuando este tipo de seguros sólo cubre el costo de producción y jamás los valores de venta del producto en el mercado. Los deducibles que se manejan son cercanos al 20% de la población expuesta al riesgo. Igualmente existe asociado a estas pólizas, dineros para el rescate o salvataje de la materia asegurada, lo que significa que de una u otra forma y dentro del valor máximo establecido para cada caso en particular, el asegurado cuenta con el respaldo económico de su aseguradora para retirar la mortalidad y hacer disposición final de ella.
El problema no obstante al día de hoy es más complejo, pues dada la cuantía de la pérdida, es difícil disponer de la cantidad de buzos, barcos, wellboat, barcazas, bins, etc. que permita el adecuado y oportuno retiro, traslado y disposición final de la mortalidad, la que va directamente a plantas de harina de pescado fuera de la región, así como a elaboradoras de aceite en la propia región. Estos peces por razones obvias no van a consumo humano.
De no haber cambios en las condiciones climáticas durante las próximas semanas, este problema podría incluso extenderse a otras zonas, incluyendo la región de Aysén y así aumentar la cuantía del problema. Se necesitan fuertes lluvias, vientos y movimientos del agua para que se regularice esta anormal situación.
Dr. Víctor Alvarado Lacrampe
Médico Veterinario
Director Escuela Medicina Veterinaria
UST-Puerto Montt