Actualidad de M. Teresa previa a su canonización
Esther Gomez
Directora Nacional de Formación e Identidad Santo Tomás
El no tan lejano 5 de septiembre de 1997 dejaba esta vida aquella que dedicó la suya a entregar amor a los que más lo necesitaban: los más pobres de los pobres. Pobres materialmente, como los que abarrotan las calles no sólo de Calcuta, sino de tantas Calcutas del mundo entero; y también pobres espiritualmente porque les falta el sentido de sus vidas y por tanto no son felices, y esos también abarrotan nuestras ciudades.
La M. Teresa de Calcuta, esa mujer pequeña de cuerpo pero de alma gigante, descubrió el valor de cada persona, independientemente de su estatus, color de piel o grado de desarrollo y ayudaba a recuperarlo al que quizás lo había perdido. Lo hacía con sencillez y firmeza que llamó especialmente la atención en una sociedad tan dividida y clasista como la India y que puede ser la nuestra hoy. A los moribundos los trataba como personas y de esa manera les ayudaba a pasar a la otra vida en paz y con dignidad, reconciliados con ellos mismos y con los demás. A los recién nacidos abandonados, los acogió y se ocupó de darles en adopción a aquellos padres que, abiertos a la vida, quizás no podían tener hijos.
Desde antes de su nacimiento, ya los amaba y los acogía, y levantaba la voz ante personas o sistemas que los ponían en riesgo por medio del aborto. Nunca se podría justificar acabar con la vida de un inocente y menos de un inocente en el seno materno. Por eso dijo: “El aborto es un homicidio en el vientre de la madre. Una criatura es un regalo de Dios. Si no quieren a los niños, dénmelos a mí”. No podía ver una necesidad de alguien sin correr a socorrerla. Sabía ponerse en el lugar del otro. A esta actitud –constante en ella- hoy se la conoce como empatía, pero me es más querido el nombre de “fraternidad” porque ve en el otro a un hermano que, por serlo, no nos deja indiferente y por eso todo lo suyo es nuestro.
La que amó a cada persona por su valor, vivió la fraternidad, la solidaridad y se esforzó constantemente por aliviar la pobreza que veía, es declarada santa por la Iglesia Católica este 4 de septiembre. Santos son los amigos de Dios y ella ya lo fue en esta vida de una manera muy especial pues, de hecho, éste era el verdadero secreto de su vida milagro: el amor de un Dios que da hasta su última gota de Sangre por su criatura. Ella lo supo y lo vivió. Por eso su mensaje y su vida siguen siendo actuales pero, sobre todo desafiantes.