CONSEJOS PARA EL INGRESO A CLASES

DORMIR Y DESAYUNAR: CLAVES PARA ENFRENTAR CON ÉXITO EL REGRESO A LA ESCUELA

 

Los uniformes y listas de útiles le dan la despedida al verano para preparar el ingreso a un nuevo año escolar y retomar la rutina propia del periodo académico.

La ansiedad en algunos casos genera más de alguna complicación, por ello la psicóloga del Servicio de Salud Chiloé, Camila Brahm, entregó algunas recomendaciones para que el regreso no se convierta en un hecho traumático.

“Durante las vacaciones, existe un relajo respecto de los horarios tanto de adultos como de los niños, las obligaciones son menores por lo que la hora de acostarse y levantarse no son tan estrictas. Esto hace que se produzca un relajo muy natural y esperable por ello es que resulta fundamental preparar paulatinamente el retorno a la rutina escolar”.

Una semana previa al ingreso al colegio, se recomienda adelantar la hora de ir a dormir, a razón de unos 15 minutos antes cada día. La idea es que el cambio de rutina no sea abrupto sino de manera paulatina.

Para lograrlo, explicó la profesional, se requiere reducir al máximo los estímulos la hora de ir a la cama como la televisión, videojuegos y celulares, que en definitiva son los principales agentes que los activan.

Pero no sólo los estudiantes se ven afectados por el regreso a clases. Los padres no sólo se encargan de los útiles y los uniformes, sino que deben organizar la rutina familiar a los horarios que entregan los establecimientos.

El primer día

Muchos son los que por primera vez se separarán de sus padres para llegar al mundo escolar, lo ideal, a juicio de la profesional es darle seguridad y evitar mostrar ansiedad frente a los niños, entenderlos, pero no ceder al desafío ya que la única forma de enfrentar la situación es asistiendo a clases, y la labor de los padres es acompañar al niño en su proceso de integración. Lo mismo ocurre para quienes se cambiaron de colegio, que permite generar una buena oportunidad para dialogar con ellos y que puedan contar sus experiencias y apoyarlos en sus temores.

Para muchos el primer día de clases genera expectación respecto del reencuentro con sus compañeros antiguos y el conocer a los nuevos, y comienza el trabajo de readaptarse a los horarios y los compromisos propios del colegio.

 

Descanso y Alimentación

 

Para rendir es fundamental descansar lo necesario, por ello los expertos instan a los padres a modificar los horarios asegurándose que el despertar sea lleno de energía, para ello el desayuno no puede faltar ya que permite regular las funciones fisiológicas y entrega la energía necesaria, tanto físicamente, como al cerebro, que ayuda a mantener la atención y mejora el rendimiento académico.

Al respecto la nutricionista del Servicio de Salud Chiloé, Paola Vivallo, fue enfática en señalar la importancia del desayuno durante todo el ciclo de vida

“El desayuno es la comida más importante, ya que ésta se consume después de haber tenido un periodo prolongado de ayuno, y el organismo necesita energía y nutrientes para poder rendir durante el día y, en el caso de los escolares es fundamental para que puedan tener concentración en la sala de clases, para poder realizar el aprendizaje. Quienes consumen desayuno tienen un mejor rendimiento escolar que aquellos que no consumen desayuno”.

El desayuno debe contener un lácteo, fruta, acompañado por un cereal que puede ser pan, avena, huevo duro. La idea es poder enviar colaciones saludables que no excedan el número de calorías que utiliza el niño, sin dejar de lado la hidratación, que idealmente puede ser una botella de agua, la que puede ser saborizada con algunos frutos rojos, kiwi, limón, naranja o incluso menta, sin adicionar azúcar.

El descanso reparador favorece el desarrollo y bienestar del niño, ya que mejora los procesos de atención, memoria y ayuda en la consolidación del aprendizaje.

Para saber cuánto debe dormir el estudiante es importante aclarar que el tiempo ideal de sueño para una persona es aquel que le permita hacer las actividades diarias con normalidad, vale decir que cada persona tiene necesidades de sueño diferentes dependiendo de la edad, el estado de salud, el estado emocional, entre otros, pero los expertos coinciden que existen tiempos aproximados para cada etapa de acuerdo a la edad del niño. Por ejemplo, entre los 2 y los 4 años se espera que duerman por la noche unas 10 horas, más las siestas habituales. A los tres años, las siestas van desapareciendo.

Entre los 6 y los 8 años, el niño necesita dormir 11 a 12 horas, la edad de 10 a 12 años, se recomienda que duerma unas diez horas.

Durante la adolescencia, el número de horas de sueño disminuirá hasta un promedio de 8 horas, lo que podría resultar insuficiente dado que se ha visto que aumenta la somnolencia durante la adolescencia.