La pregunta que surge ante la posible venta de medicamentos en supermercados es si ésta traerá consigo la reducción de su precio. Algunos sectores, aseguran que sí (cerca de un 40%), mientras que a otros ven dubitativos esta disminución y les preocupa además las consecuencias de la automedicación. Ahora bien, teniendo en cuenta que los supermercados pasarán a ser clientes de los laboratorios, lo esperable es que aumente la demanda de medicamentos y con dicho aumento, una reducción de precios. Sin embargo, esto ocurriría, siempre y cuando, los laboratorios se muestren dispuestos a aumentar la oferta. De no ocurrir esto, es probable que se genere un exceso de demanda por parte de las farmacias y supermercados, medida que se contrarrestaría por un alza en los precios para alcanzar un nuevo equilibrio de mercado, alza que finalmente impactaría a los pacientes. Una segunda mirada al problema, dice relación con la venta en góndolas, lo cual podría captar parte de la demanda del sector en perjuicio de las cadenas de farmacia. Sector que, probablemente, aumentaría, los precios de los productos que se expenden con receta (77% del mercado), afectando a pacientes con patologías crónicas. Una tercera arista a considerar, tiene que ver con que los laboratorios asociados a las tres grandes cadenas farmacéuticas, son productores de medicamentos de venta libre, razón por la cual, podría llegar a generarse alguna especie de alianza que afecte la competitividad del mercado. Por último, es importante considerar que la cantidad de medicamentos demandada es relativamente insensible a las variaciones del precio, por lo que, de existir un aumento del valor, los únicos beneficiados serían los laboratorios y las farmacias. En consecuencia, es de esperar que el Estado establezca mecanismos efectivos de regulación frente a posibles alzas indiscriminadas y sobretodo desarrolle un trabajo de prevención sobre los efectos de la automedicación.
René Muñoz Valenzuela
Académico Escuela de Química y Farmacia.