Vivimos más, eso está claro: la OMS sitúa a nuestro país como el más longevo de la región, nuestra expectativa de vida creció siete años en sólo dos décadas, siendo incluso superior a la de Estados Unidos. Por otra parte, si la tendencia esperada se mantiene, los adultos mayores de 60 años llegarán al 33% para el año 2050, un 16% más que la tasa actual.
Bajo este escenario, ¿se avizora una vejez vulnerable? “No, necesariamente”, señala el Dr. Roque Villagra, neurólogo y director médico de CENPAR, Centro de Parkinson. “Lo que ocurre, es que existen patologías que son proporcionales a la expectativa de vida que tienen las personas, entre ellas, por ejemplo, las llamadas neurodegenerativas, como el Alzheimer y el Parkinson, las que –siguiendo la proyección- tenderán a aumentar”, explica. “En otros casos, también avanza el deterioro cognitivo y de la calidad de vida”.
Signos de envejecimiento o deterioro
Son distintas las señales que pueden hablarnos de que estamos envejeciendo. Por ejemplo, con la edad uno se pone más olvidadizo, pero la diferencia entre este olvido benigno, que pueden tenerlo todas las personas, y una condición más seria, es que esto interfiera con su funcionalidad.
“Si yo olvido una palabra y la quiero mencionar, pero si después soy capaz de recuperarla o de encontrar otro término alternativo, eso es un buen indicio. Distinto es si no lo logro, porque ello evidencia una disminución del nivel cognitivo”, explica el Dr. Roque Villagra.
Con los años, agrega el especialista, disminuye la concentración y los sentidos se hacen menos agudos, “por ejemplo, en la noche se perciben con menos claridad los contrastes de colores, se escucha menos, y también normalmente hay una disminución de la sensibilidad en los pies, que si bien puede no tener una repercusión importante, sí puede afectar el equilibrio, aumentando el riesgo de caídas”, indica el neurólogo.
La pérdida de masa muscular y masa ósea también se suman a los signos de envejecimiento, lo que puede incrementar el peligro de fracturas.
Dentro de esta condición de fragilidad, acota el especialista, “es normal que se reduzcan las funciones autonómicas, esto quiere decir que el intestino funciona más lento, que la capacidad de contener orina por más horas también es más dificultosa y todo esto hace que el conjunto de estas limitaciones puede hacer que la calidad de vida se vea disminuida”.
¿Podemos ayudar al envejecimiento saludable?
La respuesta es sí. El desafío está en ser capaces de promover un envejecimiento saludable que justamente apunte a ayudar a disfrutar los años de vida que quedan.
La dieta es fundamental. “Se ha comprobado que las personas que mantienen una dieta mediterránea, es decir, comen frutas y verduras, consumen aceite de oliva, no comen tanta carne ni tanta grasa, tienen un 30% de disminución en la tasa de demencia”, destaca el director médico de CENPAR.
Realizar actividad física también es un preventivo del deterioro neurológico. Lo que se recomienda, a nivel estándar, es caminar media hora todos los días. “Lo que es más significativo aún, se ha visto que la actividad física que uno desarrolla con placer es la que más previene. Si es correr, andar en bicicleta, jugar tenis, la actividad que sea”, enfatiza.
Y si esto se hace en el conjunto social, es doblemente efectivo. “En los pacientes con Parkinson, por ejemplo, la gente que participa de clubes de bailes tiene una evolución más favorable de su enfermedad, lo que se explica porque en el baile confluye la actividad física, la coordinación motora, además de la actividad social, que es un gran estimulante, generándose condiciones favorables para la protección del cerebro”, explica el Dr. Villagra.
Mantener una vida social activa, realizar hobbies –como ir al cine o reunirse con amigos- y todas aquellas acciones que den pasión también son protectoras y saludables para el envejecimiento.
“La clave para los adultos mayores está precisamente en esto: en ser capaces de llenar su tiempo de actividades que sean desafiantes desde el punto de vista físico e intelectual”, finaliza.