La distancia de 17 puntos que consiguió Jair Bolsonaro respecto a Fernando Haddad en la primera vuelta de las elecciones presidenciales en Brasil provocó que el balotaje se realizase bajo la dinámica de una carrera que estaba ganada por parte del candidato de ultraderecha. Ante esta importante ventaja Bolsonaro no se preocupó de mitigar su discurso autoritario, sino que lo potenció a través de presentar su opción como un remedio de carácter absoluto ante la corrupción institucionalizada que instaló el Partido de los Trabajadores.
De esta forma, y a partir de lo que ha sido el discurso autoritario de Bolsonaro y especialmente por la amenaza que él significa para el sistema democrático de la región, se hace necesario realizar un análisis respecto a los motivos que provocaron el triunfo de un candidato que transita por una vía alternativa al respeto de los derechos humanos.
La elección en Brasil no puede reducirse a una lucha electoral entre las posiciones ideológicas de la derecha versus la izquierda. La contienda electoral careció de estos componentes teóricos, simplificándose el debate a dos posiciones contrapuestas respecto a elementos coyunturales asociados a qué hacer con la corrupción.
En ese sentido, el primer éxito de Bolsonaro fue conseguir que buena parte de la ciudadanía entendiese que votar por él era una elección necesaria y racional de cara a los nefastos efectos que la corrupción había generado en una sociedad altamente empobrecida y desigual. El segundo éxito de Bolsonaro se materializó al lograr postergar cualquier análisis que se pudiera hacer respecto a los efectos de sus mensajes, especialmente en lo que respecta al respeto de los derechos humanos.
De esta forma, se puede inferir que para la mayoría de los votantes de Bolsonaro, la elección no se basaba en un apoyo expreso e inmediato a las iniciativas planteadas por el candidato de ultraderecha, sino en un rechazo directo al Partido de los Trabajadores. Lo anterior, en virtud que el Partido de los Trabajadores se instaló como un legitimador de prácticas corruptas y un defensor de autoridades condenadas por corrupción.
Ante esto, y con independencia a que la elección se haya realizado bajo el molde de la democracia liberal, resulta importante señalar que los mensajes antidemocráticos de Bolsonaro no contarán con el apoyo directo de sus votantes lo que podría generar el germen de una dictadura sustentada por la democracia electoral. Lo anterior, en virtud que la institucionalidad democrática no se sostiene sólo con la posibilidad de acudir a las urnas, sino también con un comportamiento político que tribute al estado de derecho y principalmente al respeto institucional de los derechos humanos.
Prof. Pedro Díaz Polanco, Director Escuela de Administración Pública Universidad Austral de Chile Sede Puerto Montt.