Como es común en nuestra región y en gran parte del país, en este periodo, muchas empresas comienzan a despedir a sus empleados, ya son numerosos en Puerto Montt. Dejando a los trabajadores y sus familias sumidos en la desesperación de buscar un nuevo trabajo, en una época en que las fiestas le agregan a los que trabajan, mayores presiones dada la compulsión por el consumo que afecta a toda nuestra sociedad.
Pero lo que puede ser una necesidad empresarial, también se experimenta en los colegios «católicos», en donde se supone que están animados e inspirados en algo mayor que el mercado. Los principios Evangélicos. Pero además de estos existe la enseñanza social de la Iglesia, la cual pone al trabajo humano y su dignidad como centro. Los sacerdotes y religiosas empresarias en la educación: ¿Lo recordarán, antes de comenzar a despedir a sus empleados?. Veamos que dice la Doctrina Social de la Iglesia. El Papa León XIII ya señalaba en la encíclica Rerum Novarum: “Es urgente proveer de la manera oportuna al bien de las gentes de condición humilde, (…) entregados los obreros, aislados e indefensos, a la inhumanidad de los empresarios y a la desenfrenada codicia de los competidores. Hizo aumentar el mal la voraz usura, que, reiteradamente condenada por la autoridad de la Iglesia, es practicada, no obstante, por hombres codiciosos y avaros bajo una apariencia distinta. Añádase a esto que no sólo la contratación del trabajo, sino también las relaciones comerciales de toda índole se hallan sometidas al poder de unos pocos, hasta el punto de que un número sumamente reducido de opulentos y adinerados ha impuesto poco menos que el yugo de la esclavitud a una muchedumbre infinita de los trabajadores» (RN 1). Palabras que aún resuenan en la consciencia cristiana responsable, en una situación de vida que da la impresión, que fuera actual y se publicó hace 127 años en abril de 1891.
Pero en la actualidad a los pecados de la «desenfrenada codicia», «la usura» y la “avaricia» que en esa época se le atribuía a los empresarios hoy se hace extensiva también al clero y a las empresas católicas en la educación y la salud. Porque no hay diferencias, solo les anima la «utilidad», aunque legitima en una sociedad de mercado, como la nuestra, en la comunidad eclesial existen (o existían) principios inalterables que los consagrados deben cumplir y como vemos frente a tantos despidos, no lo hacen. Lo que nos lleva a plantearnos la interrogante; ¿son solo empresarios que utilizan la fe para su ganancia colectiva?, como pueden ser los colegios en donde sus propietarios son congregaciones religiosas o corporaciones de iglesia. ¿No eran los pobres los predilectos del fundador de la Iglesia? (ver Lc 4,18-22). Abandonar al trabajador a su suerte a fin de año es sin lugar a duda, para un colegio confesional, un pecado grave.
El Papa san Juan Pablo II, escribe sobre el tema en la encíclica Laborem Excercens de 1981: “El trabajo humano es una clave, quizá la clave esencial, de toda la cuestión social, si tratamos de verla verdaderamente desde el punto de vista del bien del hombre. Y si la solución, o mejor, la solución gradual de la cuestión social, que se presenta de nuevo constantemente y se hace cada vez más compleja, debe buscarse en la dirección de «hacer la vida humana más humana», entonces la clave, que es el trabajo humano, adquiere una importancia fundamental y decisiva» (LE 3). Por lo que un despido arbitrario no contribuye de ninguna forma a hacer la vida más digna y humana, no solo del trabajador, sino además de su familia, a la que condenan a la pobreza e inseguridad. Qué lejos están estos «consagrados» no solo del Evangelio, (lo que ya es muy grave) sino, que además están a años luz de las orientaciones que les dan desde el propio Magisterio Católico mundial. Pero esto no es todo, Juan Pablo II les recuerda en el contexto de una amenaza al justo orden de los valores de los que tanto hablan;»Precisamente estas afirmaciones básicas sobre el trabajo han surgido siempre de la riqueza de la verdad cristiana, especialmente del mensaje mismo del «Evangelio del trabajo», creando el fundamento del nuevo modo humano de pensar, de valorar y de actuar. En la época moderna, desde el comienzo de la era industrial, la verdad cristiana sobre el trabajo debía contraponerse a las diversas corrientes del pensamiento economicista (LE 7).Es decir, en el mundo católico, deberían prevalecer en todo momento el pensar desde Dios.
El Papa Francisco este 31 de mayo en Chile decía “Dejémonos ayudar y ayudemos a generar una sociedad donde la cultura del abuso no encuentre espacio para perpetuarse. Exhorto a todos los cristianos y especialmente a los responsables de centros de formación educativa terciaria, de educación formal y no formal, centros sanitarios, institutos de formación y universidades a mancomunar esfuerzos en las diócesis y con la sociedad civil toda para promover lucida y estratégicamente una cultura del cuidado y protección. Que cada uno de estos espacios promueva una nueva mentalidad”. ¡alo!! no se escucha, no se lee, no se obedece al Papa.
Pero lo más terrible de todo es que no les basta con el escándalo de los abusos a menores, del tráfico de influencias, del ocultamiento de los delitos a la justicia, sino que además se han alejado de lo más sagrado del cristianismo, de sus principios, lo que plantea la gran duda: ¿a quienes sirven? La respuesta por triste y dura que sea es a ellos mismos, se han olvidado de sus votos, votos que la comunidad cristiana debe exigirles para que los cumplan, o en su defecto que se vayan de la comunidad eclesial, porque en la práctica son apostatas de la fe. Y si pensamos en que la comunidad eclesial y la educación en ella tienen sentido es precisamente porque están formando hombres y mujeres que caminen con los valores y principios del Propio Jesús de Nazareth. De nadie más.