Hace unos días el Ministerio de Desarrollo Social (MDS) inició una nueva etapa. El Presidente Sebastián Piñera promulgó la Ley que crea el Ministerio de Desarrollo Social y Familia (MDSF).
Lejos de tratarse de un mero cambio de nombre o de funciones de un ministerio, el nuevo MDSF incluye una nueva orientación de nuestros esfuerzos como sociedad y como Gobierno. La familia, cualquiera sea su composición, es la base de la sociedad, y nada de lo que hagamos como Estado puede reemplazar lo que implica para una persona tener una familia que lo proteja, lo cuide y lo quiera cuando lo necesite. Nuestro objetivo entonces no es promover una sociedad de individuos aislados. La sociedad que queremos impulsar y construir pone a las familias en el centro, fortaleciendo su rol.
La transformación del MDS en el MDSF tiene dos grandes implicancias para nuestra sociedad. La primera, es que representa una gran oportunidad como país para potenciar y fortalecer el rol de la familia en nuestra ruta hacia el desarrollo integral de Chile. Diseñar políticas basadas en un enfoque familiar nos permitirá crear entornos virtuosos para el desarrollo pleno de cada uno de los integrantes del núcleo familiar, independiente de su edad, condición y género. Lo anterior tiene como efecto práctico que este nuevo enfoque nos obliga como Estado a tener una mirada comprehensiva de las vulnerabilidades, procurando abordarlas no sólo a nivel individual (evitando con ello la sobre-intervención), sino también (y de manera más importante) entregando herramientas a su entorno (familiares o seres queridos), lo cual sin duda permite ser un mejor camino para mejorarle la vida a quienes más lo necesitan.
En segundo lugar, el nuevo MDSF por primera vez incorpora dentro de la población objetivo del ministerio a las personas y familias de clase media, aquellas que han progresado significativamente gracias a sus propios méritos y esfuerzo, pero que al verse enfrentadas a situaciones adversas podrían estar en riesgo de caer en una situación de vulnerabilidad y retroceder en su calidad de vida y bienestar.
Algunos de los desafíos que tenemos por delante son: acciones para la protección y promoción de las familias y la niñez; promover la crianza respetuosa y los vínculos positivos entre los miembros de la familia; prevenir la ocurrencia de potenciales vulneraciones, así como los riesgos socioeconómicos que puedan sufrir las familias y/o alguno de sus integrantes; promover políticas sobre corresponsabilidad y el equilibrio entre la vida laboral y familiar, entre otros.
En suma, esta nueva institucionalidad tendrá como tarea el diseño, coordinación, ejecución y evaluación de las políticas, planes y programas que entreguen herramientas pertinentes y adecuadas para que las familias puedan responder eficazmente a los desafíos a los que se enfrentan a diario y, de esa forma, no solo asegurarnos que nadie se quede atrás, sino que cada familia sea y se sienta parte del desarrollo integral de Chile.