Con el fin de disminuir las complicaciones que el lobo marino genera cotidianamente a la actividad artesanal, la Subsecretaría de Pesca y Acuicultura (Subpesca) elaboró un decálogo de buenas prácticas dirigido a pescadores artesanales de Los Lagos, así como también de otras zonas del país.

En Chile hay miles de estos animales que, al carecer prácticamente de predadores, se multiplican a discreción. Estos mamíferos se alimentan de las capturas de los pescadores y causan daños en aparejos, así como en las propias embarcaciones.

La publicación del decálogo -que está siendo difundido entre pescadores y la comunidad en general- es una de las acciones innovadoras llevadas adelante por Subpesca para enfrentar el problema del lobo marino.

En síntesis, el decálogo contiene orientaciones prácticas que buscan aminorar los perjuicios provocados por este animal, en el marco de las faenas pesqueras. El instructivo fue dado a conocer por el subsecretario de Pesca y Acuicultura, Eduardo Riquelme, durante la premiación de un concurso en que el sector artesanal sugirió ideas para afrontar el fenómeno.

El instructivo sugiere “no tirar residuos de la pesca en el mar o caletas”, pues tales desechos -vísceras, entre otros- constituyen uno de los alimentos favoritos del lobo.

Otra propuesta se vincula con la promoción del “reciclaje de residuos de la pesca artesanal”, toda vez que la reutilización desincentiva la aproximación de estos mamíferos a las caletas o a las embarcaciones.

“No alimentar al lobo marino”, reza una tercera máxima. En este caso, el propósito es evitar que el animal modifique su conducta natural y dependa, en los hechos, del ser humano para subsistir.

 

El decálogo incluye también orientaciones con un tono imperativo, como aquella de “no agredir al lobo marino”, con detonadores, disparos, golpes u otros elementos. Estas acciones vulneran la norma ambiental y afectan al lobo, así como a los ecosistemas marinos, en general.

En este ámbito, el subsecretario Riquelme ha insistido en que el maltrato o la eliminación de estos animales no figura entre las opciones disponibles para encarar las complicaciones que genera.

El decálogo también recuerda a los pescadores que “existe mayor actividad de lobos marinos en la noche, lo que aumentaría la interacción en zonas de pesca”. En consecuencia, se aconseja desarrollar las faenas de captura en otro horario. En el día, por ejemplo, parte importante de los ejemplares permanece en las loberas.

Otra acción que se recomienda es “planificar las faenas de pesca en relación con las loberías cercanas”. Así, el catálogo insta a considerar la localización de esos lugares para planificar las tareas de captura de modo que estas se desarrollen a distancia adecuada de aquellas áreas.

Una sugerencia clave del decálogo es tomar en cuenta el “sistema de pesca artesanal en su interacción con el lobo marino”, al extraer los recursos. Así, se hace ver que algunos artes de pesca -como el espinel o el cerco- son más proclives enfrentar dificultades, en comparación con la línea de mano o las trampas, por ejemplo.

El instructivo también promueve una “estrategia de pesca cooperativa”, en el sentido de que unas embarcaciones se mantengan cerca de otras, para así lograr una vigilancia recíproca que aminore el riesgo de ataques por parte del mamífero.

Como última recomendación, se detalla que “una exposición prolongada de las artes de pesca en el agua aumenta los riesgos de daño”. De esta manera, los riesgos por la acción del lobo se incrementan cuando los aparejos están sumergidos por más tiempo. Se sugiere, entonces, aumentar la velocidad del virado (izado) de la captura y mantener los artes bajo observación.