Dr. Claudio Navarro Molina

Centro de Docencia Superior en Ciencias Básicas

Universidad Austral de Chile

Sede Puerto Montt

 

Este 20 de julio se cumplen 50 años desde que Neil Armstrong se convirtió en el primer ser humano en pisar la Luna. “Un pequeño paso para el hombre, un gran salto para la Humanidad”, fue la frase que resumió ese histórico momento que quedó en la retina de las 530 millones de personas que -según la NASA- vieron la transmisión en vivo. El Apolo 11 fue la culminación del esfuerzo de centenares de personas, incluyendo a los tres mártires del Apolo 1, y uno de los mayores logros de la tecnología moderna. Para que entendamos un poco el contexto, nuestro smartphone es unas 100 mil veces más poderoso que el computador usado por el Apolo 11.

En total fueron 6 las misiones que llegaron con éxito a la Luna, y 12 los astronautas que han caminado sobre su suelo. La última vez fue con el Apolo 17 en diciembre de 1972. ¿Por qué no se ha vuelto a nuestro satélite luego de tantos años? Luego de 3 años de caminatas lunares, este evento se volvió cotidiano, lo que hizo decaer el interés del público general. Esto, junto con el paulatino recorte presupuestario que sufrió la NASA, motivó que se cancelaran futuras misiones.

¿Y de qué sirvió todo este esfuerzo? Gracias a estas misiones, se recogieron 382 kg de rocas lunares, algunos de cuyos fragmentos se encuentran repartidos en museos a lo largo del mundo, mientras que el resto se analiza hasta el día de hoy en los laboratorios de la NASA. Además, durante las misiones se realizaron muchos experimentos, cuyos objetivos iban desde conocer la estructura de la corteza lunar, hasta dejar caer un martillo y una pluma, para confirmar la hipótesis planteada por Galileo ¡hace cuatro siglos!

Uno de estos experimentos lunares aún sigue vigente: se trata de paneles de espejos o retrorreflectores que dejaron los astronautas de las misiones Apolo. Gracias a estos aparatos, los científicos pueden enviar un pulso láser hacia la Luna, el cual se refleja en dichos paneles. Al medir el tiempo que se demora el pulso en ir y volver, se puede determinar de forma muy precisa la distancia entre la Tierra y la Luna.

Hoy, a 50 años de tal evento, no nos queda más que maravillarnos frente a este triunfo de la Humanidad, y a esperar que se cumpla la promesa de retornar a nuestro satélite en 5 años.