SEÑOR DIRECTOR
Hace algunos días, Mario Waissbluth dio una serie de estadísticas desoladoras de lo que se viene incubando en nuestra sociedad: el primer delito antes de los trece años, más de un cuarto de los niños de Chile han sufrido algún tipo de violencia, los efectos de la droga en nuestra población penal, entre otras cosas. Esto, según él, es una de las causas del estallido social y son índices de una sociedad, lisa y llanamente, enferma. Desgraciadamente Mario tiene razón y da la impresión que no quiso agregar más datos a la carta, simplemente por no alargarla.
Pero en todo esto hay una paradoja que no podemos callar. Las organizaciones sociales que están trabajando con estas poblaciones afectadas no están desesperanzadas. ¿Y esto por qué? Porque pareciera ser que por más vulnerable, sórdido o apagado que sea un ambiente, siempre habrá personas capaces de romper con su fatalidad.
Robert Capa, aquel fotógrafo húngaro que retrató como nadie la miseria de la guerra civil española, decía una frase que bien podría aplicarse a este examen de nuestra sociedad: “si quieres fotos suficientemente buenas, tómalas suficientemente cerca”.
Para tener el panorama completo de las cosas es bueno tener en cuenta también las historias de quienes escapan de las estadísticas. Ellos pueden ser un buen punto para la esperanza.
Juan Francisco Lecaros M.
Presidente Corporación Simón de Cirene