Daniela Inostroza Moya
Académica de Nutrición y Dietética
Universidad San Sebastián, Sede De la Patagonia.
Según indica el mapa nutricional 2019 presentado por Junaeb hace pocos días, la prevalencia indica que la mal nutrición por exceso en kínder y primero básico supera el 50%, es decir, más de 1 de cada 2 estudiantes tiene sobrepeso u obesidad. Esta cifra aumenta al 60% al llegar a quinto básico, es decir, 2 de cada 3 estudiantes tienen algún tipo de exceso de peso en este nivel.
La información entregada por Junaeb, logra identificar que cada región posee datos distintos y que responden a las costumbres ya sea por las condiciones geográficas, costumbres gastronómicas.
La obesidad infantil se ha convertido en uno de los problemas de salud más graves del siglo XXI. Así lo afirma la Organización Mundial de la Salud (OMS), desde donde agrega que esta afección está avanzando progresivamente en muchos países de bajos y medianos ingresos especialmente en el medio urbano.
Además, el desconocimiento de los padres en relación con la alimentación saludable se traspasa de generación en generación, por lo tanto, los niños de hoy están heredando muy malos hábitos alimentarios en su mayoría de forma inconsciente. También influye el poco tiempo libre familiar que se dispone, y que este no se invierte en realizar actividad física con los hijos, por lo que éste se desenvuelve en un ambiente obeso génico, con excesivo uso de automóviles, ascensores y productos con alta densidad energética en el comercio.
Cuando ambos padres tienen sobrepeso, existe un 80% de probabilidades de que sus hijos sean obesos. Un niño con obesidad severa tiene menores probabilidades de lograr niveles académicos más altos en la educación superior. Además, los niños con obesidad tienen menos satisfacción con la vida.
Importante es entonces adquirir hábitos saludables a temprana edad. Es más, los que son adquiridos durante la adolescencia tienen más posibilidades de persistir en la adultez.
Para avanzar en la solución de esta problemática los nutricionistas deben estar en los colegios ¡ahora!, para propiciar un entorno saludable, educando en la concientización a los padres y niños acerca de los riesgos de la obesidad desde un lactante hasta un adulto mayor.
El ambiente o entorno alimentario incluye el conjunto de factores sociodemográficos, culturales y económicos que rodean a las personas, tales como la disponibilidad, acceso y la calidad de los alimentos, las costumbres de alimentación de cada país o cultura. El marketing, la publicidad y el etiquetado nutricional, entre los factores más importantes.
Por otra parte, debemos como país continuar evaluando las regulaciones vigentes, investigando para caracterizar mejor nuestro ambiente alimentario en forma transdisciplinaria, avanzando en programas locales de promoción de salud en ordenanzas municipales que protejan el ambiente alimentario comunitario e instaurando medidas poblacionales que contribuyan a mejorarlo, tales como la subvención de frutas, verduras y pescados, impuestos a alimentos no saludables, optimización de la alimentación institucional y promover el consumo de alimentos frescos y naturales aumentando la disponibilidad de ferias libres y a través de campañas en medios masivos.
Se necesitan cambios estructurales que faciliten a las personas la práctica habitual de ejercicio, por ejemplo, en su lugar de trabajo, en los establecimientos educacionales y en sus barrios.
Estas acciones representan un gran desafío para el país, que debemos abordar desde distintos sectores, académico, gubernamental, no gubernamental, productivo y social.