Mg Pamela Barrientos Villalobos
Académica Escuela de Enfermería UACH
Estudiante Doctorado Gerontología UMAI
Ante la situación de pandemia provocada por coronavirus, hemos tenido acceso a un sinnúmero de información en cuanto a las medidas de prevención y efectos devastadores de esta enfermedad; datos que sin duda nos ayudan a tomar decisiones para el autocuidado y el de nuestras familias.
El grupo más vulnerable corresponde a las personas mayores, quienes poseen un sistema inmunológico que tarda más en responder frente a las enfermedades, combinado a esto las patologías crónicas como hipertensión o diabetes, aumentan el riesgo de complicaciones que pueden llegar a ser mortales al contraer el virus. Sumado a esto, se incluyen otros factores de riesgo, como la llegada del invierno y los clásicos virus respiratorios que acompañan esta época del año, ante este escenario, es conveniente prepararlos con la debida inmunización contra la influenza, además de una adecuada calefacción, sanitización y ventilación del hogar.
Entre las medidas físicas, no debemos olvidar de educar a nuestros mayores en el lavado frecuente de manos, mantener la distancia social de al menos un metro y evitar los lugares públicos.
Pero cuando hablamos de prevención y cuidados, no solo nos referimos a medidas de distanciamiento e higienización; existen otros factores involucrados que van mas allá de lo meramente biológico. Para entregar el mejor cuidado a nuestros mayores, es necesario entender a la persona como un ser biosicosocial (bio del cuerpo, sico de la mente y social de la interacción), por lo que además de preocuparnos que no se contagien, es fundamental el apoyo emocional, buscando diversas herramientas que ayuden a mantenernos conectados, ya sea vía telefónica, redes sociales, mensajes de texto, etc. todo lo que como familia esté al alcance; la distancia física no debe conllevar al aislamiento de nuestros seres queridos, el conectarse les demostrará nuestra constante preocupación, mejorando su estado de ánimo a pesar del distanciamiento presencial.
También se debe incentivar la realización de actividad física suave y mantener una alimentación balanceada, lo que favorecerá una buena condición corporal, además de otras actividades como realizar puzzles, crucigramas, leer, tejer, etc. que ayudará a la distracción y estimulación de la función cognitiva.
Lamentablemente también tenemos una realidad de personas mayores que viven solos y no poseen familia como red de apoyo directa, en estos casos es muy importante la participación de vecinos, municipalidades o comunidad en general que puedan colaborar, generando iniciativas para realizar sus compras o contactos telefónicos para saber como se encuentran y puedan manifestar sus necesidades.
Si pensamos en todas estas medidas como necesarias, no sólo prevenimos la enfermedad física o los efectos devastadores de ella, sino también contribuiremos a mantener en mejores condiciones la salud mental de nuestras personas mayores en momentos de crisis.