“Y la gente se quedaba en casa Y leyeron libros Y escucharon Y descansaron E hicieron ejercicios E hicieron arte y jugaron Y aprendieron nuevas formas de ser Y se detuvieron…”   “…soñaban con nuevas visiones Y crearon nuevas formas de vivir Y sanó completamente la tierra Y tal como ellos fueron curados.”, es el extracto de un poema viralizado en muchas redes sociales, se le atribuye a Kethleen O’Meara cuyo año de publicación no está confirmado, pero lo traigo a colación porque servirá para reflexionar sobre la pausa obligada que se está realizando en esta cuarentena.

El silencio en la música denota una pausa necesaria que, con la ausencia de sonido entrega un impulso para contemplar una obra en toda su integridad.  Comienzo con esta definición para buscar una conexión entre el silencio o pausa que estamos teniendo de manera obligada y la capacidad para apreciar el ocio como una oportunidad de crecer, reflexionar y pensar en el mundo que se quiere construir desde la sobriedad personal, que debiera estar en cada uno.

Aristóteles dividía el tiempo dos, uno el ocio necesario para descubrir el sentido de la verdad y dos la falta de ocio que estaba relacionada con la actividad cotidiana de las personas, más tarde otro pensador como Martín Lutero, decía que el hombre debía preferir la actividad para su salvación divina, privilegiando el trabajo por sobre todo, son dos visiones muy distintas sobre un mismo fenómeno, el ocio.  En nuestros tiempos lo que planteaba Lutero se puede traducir en la hiperactividad y el consumo característico de sociedad hasta antes de la pandemia.

Para los griegos la definición de ocio es “tiempo libre”,  la cual viene de la palabra “schola”, que a la vez en inglés es la raíz de la palabra “escuela”, en la RAE aparece como una “ocupación reposada”, lo cual lleva a dilucidar que el espacio de silencio desde su origen ha estado ligado al aprendizaje, la contemplación del conocimiento libre, es más, la esencia de la belleza está dada en la estética que se quiere encontrar para dirimir entre el origen de lo ético en el objeto observado, respetando por cierto la hermenéutica que tiene como libertad de interpretar cualquier persona.

Para el autor Byung Chul Han en su libro “El aroma del tiempo”, en la sociedad actual es característico apreciar que existe una “atomización del tiempo”, basado en la continua aceleración de sucesos, añadiendo que con esto se pierde también el sentido del “ayer, el hoy y el mañana”, asimilándolo como todos los tiempos iguales, con lo cual “hemos perdido el sentido de vivir”, olvidando la importancia de la trascendencia.

El profesor M. Marinovic recuerda que los griegos para referirse al tiempo consideraban tres tipos, el primero  era el Chronos, que representa el tiempo que conocemos, con relojes,  es decir el día, el mes y el año.  El segundo el Kairos, conocido como el tiempo que marca las vivencias experimentadas en algún momento de la vida, también llamado tiempo sentimental y el tercero el tiempo Polis, relacionado con un tiempo político o representado por procesos sociales que marcan la historia.  En este caso por las características y magnitud de la pandemia mundial, será recordado como un tiempo Polis, pero esto tendrá sentido solo si efectivamente se experimentan cambios, los cuales deben venir desde las personas entendiendo la emergencia sistémica que cohabita en un mundo complejo.

En la Patagonia existe el dicho popular que dice “el que se apura, pierde su tiempo”, refiriéndose a que quienes quieran contemplar la belleza de su territorio, deben considerar el tiempo y el espacio que han construido los lugareños, desde tiempos inmemorables, bajo sus propios códigos culturales de aceptación,  esto invita a sus visitantes a detener el paso para apreciar el lugar, quien no entiende este mensaje, se pierde la oportunidad de apreciar su naturaleza.

Como se puede apreciar son muchas las definiciones y reflexiones en torno al tiempo, esto aplicado al período de cuarentena, puede resultar importante porque debemos apreciar esta oportunidad para contemplar este silencio obligado, para volver a lo que se puede considerar normalidad.  En esta nueva normalidad que muchos anhelan también puede resultar controversial, debido a la subjetividad intrínseca que conlleva, pues lo que para algunos es normal, para otros legítimamente puede no serlo, lo cierto es que en el nuevo escenario que se viene va a ser muy distinto a lo que estábamos acostumbrados, lo que interesa es que realmente aprendamos.

Guido Asencio Gallardo

Académico