Samuel Gutiérrez, Académico Escuela de Kinesiología Universidad de Las Américas
El envejecimiento, como un proceso propio del ser humano, trae consigo varias repercusiones a nivel estructural y funcional que, de manera general, determina una disminución en la masa muscular global y específica del sistema respiratorio, generando mayor rigidez de la caja torácica y provocando una disminución de la fuerza de los músculos respiratorios.
Las Enfermedades Respiratorias (ER), están consideradas como una de las principales causas de discapacidad severa en adultos mayores, pues el 25% de ellos presenta síntomas respiratorios, el 12,3% Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC) y el 11% asma bronquial. Asimismo, la gravedad de las ER agudas, como las patologías bronquiales obstructivas, por ejemplo, están determinadas principalmente por la existencia de enfermedades respiratorias crónicas de base como las mencionadas Asma y EPOC y, también, como ocurre en la actualidad con el COVID-19.
Recomendaciones específicas para este tipo de afecciones son, entre otras, aumentar la capacidad física, considerando calentamiento, desarrollo y vuelta a la calma, por 30 minutos, tres veces por semana a intensidad moderada. Ejercicios respiratorios como inflar un globo o hacer burbujas con una bombilla y agua, y movimientos diafragmáticos que permitan hacer consciente la respiración y mejorar los volúmenes pulmonares, los cuales consisten en tomar aire profundamente por la nariz elevando el abdomen y manteniendo la respiración por unos 3 segundos y luego botar el aire por la boca con labios apretados hundiendo el abdomen.
También, es importante que los adultos mayores administren adecuadamente todos sus medicamentos incluidos los inhalados que se aplican siempre con aerocámara, cuenten anualmente con vacuna contra la influenza y eviten fumar.
El movimiento es vida y mejor aún si está acompañado por una correcta y oportuna administración de sus medicamentos, controles crónicos al día y autocuidado constante.