Luego de cinco meses de inactividad a causa de la pandemia por COVID-19, la reanudación del campeonato de fútbol profesional en nuestro país es inminente.
Este acontecimiento trae consigo múltiples desafíos y preocupaciones, no solo desde el punto de vista sanitario y de seguridad, pues con el retorno a los entrenamientos y a los partidos después del largo periodo de receso, surge el temor de que los jugadores puedan presentar lesiones por el alto nivel de exigencia que requiere la competencia.
Maximiliano Torres, académico de la Escuela de Kinesiología de Universidad de Las Américas Sede Viña del Mar, especialista en biomecánica clínica del aparato locomotor, comenta que el que los futbolistas hayan dejado de entrenar y competir de forma habitual en estos meses de confinamiento puede tener repercusiones en varias dimensiones, por ejemplo, en su rendimiento cardiovascular y musculoesquelético, pudiendo generar una mayor probabilidad de lesiones.
“Está ampliamente demostrado que nuestros tejidos se adaptarán al nivel de carga que se les impone constantemente, de manera que, si esta carga baja y se pretende retomar un alto nivel de competencia de manera rápida o sin un acondicionamiento adecuado, la posibilidad de lesión aumenta”, explica el académico, quien menciona que si existía una lesión previa el riesgo es aún mayor.
El kinesiólogo detalla que entre las principales lesiones que podrían exponerse los futbolistas en este regreso a su actividad están los desgarros musculares y esquinces, situaciones relacionadas con niveles de carga elevada aplicadas de manera súbita, sumado a esto la falta de entrenamiento con balón y eventuales disminuciones en la velocidad del deportista, pueden generar roces excesivos entre los jugadores, llevando a un aumento de lesiones por contusión o golpes directos.
Respecto si es posible recuperar el estado físico de los jugadores en estas semanas previas a la reanudación del campeonato, el profesional dice que dependerá del estado actual en el que se encuentra cada deportista, por ejemplo, si presenta disminución en el nivel de fuerza muscular de miembros inferiores, se pueden generar cambios después de cuatro semanas, pero para que este se mantenga en el tiempo, llevaría mínimo seis semanas, por lo que es muy relevante realizar una evaluación previa a los jugadores que permita determinar el objetivo a conseguir.
“Durante estos meses los equipos han procurado dejar pautas de ejercicios y entrenamiento que disminuyan las repercusiones de la falta del entrenamiento presencial en sus jugadores. Sin embargo, algunas variables, como la motivación que se da cuando el trabajo es grupal y el deseo de competencia, no están presentes, además de la ausencia de los insumos necesarios para graduar las cargas de manera precisa, por lo que se deberán considerar evaluaciones específicas del estado actual del deportista y no asumir que la preparación hecha a distancia fue buena o mala”, comentó el kinesiólogo, quien recomendó que estas semanas previas a retomar la competencia, los entrenamientos debieran ser progresivos, contralados e individualizados en función del estado basal actual de cada deportista, graduando las cargas en función de esta evaluación inicial, procurando dar el reposo adecuado para que el tejido no se fatigue completamente durante la exigencia impuesta sino el riesgo de lesión puede aumentar.