En el año 1994 el autor español Luis Bassat decía que “la publicidad es real como la vida misma, nace a imagen y semejanza del hombre y de sus usos sociales como fiel espejo de nuestra sociedad”. A partir de esta premisa, es que me gustaría abordar la problemática generada por la reapertura del Mall Chino “Tu Oulet”, el que, gracias a su publicidad en redes sociales, logró convocar a más de 400 personas, las que, sin tomar distanciamiento social, hicieron filas desde la madrugada para acceder a los atractivos descuentos.
Maldita publicidad que seduce tal cual, como el canto de las sirenas a los marinos, llevándolos directo a la muerte, pero a diferencia de aquellos míticos navegantes presos de su ignorancia, hoy más que nunca los consumidores estamos muy informados y sabemos perfectamente que el canto de las sirenas, lo más probable, es que sea un engaño del que podemos escapar.
Bajo esta mirada resulta fácil culpar a la publicidad por el colapso ocurrido en el Mall Chino o por las grandes filas en la compra de televisores post depósito del 10% de las AFP. Pero, es importante recordar que la publicidad cumple un rol positivo en nuestra sociedad, lo cual se puede observar en ejemplos como la Teletón, que logra mover a millones de chilenos para ayudar a esos niños que tanto lo necesitan, o aquellas grandes campañas para captar insumos de ollas comunes en tiempos de pandemia.
Tal como expuse en el primer párrafo de esta reflexión, se debe reforzar la idea de que la publicidad sólo muestra y exacerba al ser humano en un momento determinado de su vida, aprovechando los insight culturales vigentes. Por lo mismo, no debemos olvidar que la publicidad no crea realidades, solo las refleja y de una manera muy atractiva, nos sitúa frente al espejo.
Yanko Gallardo , Director Escuela de Comunicaciones Universidad de Las Américas