El Patrimonio Audiovisual rescata nuestra memoria
Héctor Campos Hidalgo
Trabajador Social. Magíster en Intervención Psicosocial
Director de Carrera Trabajo Social Sede La Serena
Recuerdo el día en que llegué a matricularme para estudiar Servicio Social a fines de los ochenta del siglo pasado. No tenía en mi mente ninguna representación clara sobre que era la profesión. Las primeras imágenes concretas llegaron recién cuando el profesor de la asignatura de introducción mostró unas viejas fotografías de las primeras tituladas. Fue la conexión inicial a la memoria histórica de la profesión. Desde ese momento y con cada año, siento más orgullo de reconocerme heredero de ese grupo de visionarias y comprometidas mujeres: las Visitadoras Sociales.
Desde 1980, cada 27 de octubre conmemoramos el Día Internacional del Patrimonio Audiovisual. En palabras de la UNESCO, los documentos audiovisuales, como películas, programas de radio y televisión, grabaciones de audio y video; contienen los registros primarios de los siglos XX y XXI. Trascendiendo el idioma y las fronteras culturales, apelando de inmediato a la vista y el oído, al alfabetizado y al analfabeto; los documentos audiovisuales han transformado la sociedad al pasar a ser un complemento permanente de la constancia escrita tradicional.
Es así como, el Servicio Social/Trabajo Social chileno es la profesión pionera de las Ciencias Sociales en el país y Latinoamérica. De esta forma, raudamente caminamos al siglo ininterrumpido de formación profesional/académica (2025). Con la perspectiva del centenario, las palabras de San Agustín, soy me conozco y me quiero, entrañan uno de los desafíos más importantes de la academia en contexto globalizado y digital: transmitir la identidad y memoria disciplinar a las nuevas generaciones.
Las películas y series trasmiten a las nuevas generaciones el mundo y su historia. En nuestro caso, la cinta Valparaíso mi amor (1969) puso de manifiesto la imagen profesional comprometida con el bienestar de las familias en situación de pobreza, mostrando una de las facetas más reconfortantes del desempeño laboral: el trabajo en terreno a través de una visita domiciliaria. Se suman cintas como Crush y Joker (ganadoras del Oscar) y series como Los archivos del cardenal (2011), en nuestro país. Todas ellas comunican el ADN de la profesión; muestran y nos muestran con ojos frescos la disciplina, renovando el compromiso con la promoción de la dignidad de las personas, la promoción de los DD. HH y la justicia social.
En palabras finales, esta nueva conmemoración del patrimonio audiovisual y, a pocos años del centenario de la profesión, ofrecen la oportunidad de valorizar el aporte de éste y, por qué no, constituirse en el punto de partida hacia la articulación disciplinaria para el rescate y preservación de nuestra memoria e identidad, a través de la promoción de iniciativas colaborativas.