Prof. Katherinne Brevis A. y Alejandra Sánchez C. en representación MESA DE GÉNERO Y DIVERSIDAD, Sede Puerto Montt.
Existen formas de violencia fácilmente reconocibles por las huellas físicas que dejan, a diferencia de otras, generando en quien las sufre, insatisfacción, frustración y sometimiento. Constantemente, estos tipos de violencias se invisibilizan debido a las dificultades que tenemos como sociedad para identificar la ideología que la origina, lo que produce que el sufrimiento de la víctima no sea validada, ni reconocida en sus derechos humanos fundamentales.
En este sentido, debemos considerar que las violencias hacia las mujeres se configuran a nivel estructural, social, político, cultural, subjetivo y se manifiesta también, en los espacios de mayor intimidad. Lo anterior, genera profundas desigualdades que relegan a las mujeres y a los grupos minoritarios a ocupar lugares de menor poder y prestigio social. Esto genera omisión e invisibilización de las mujeres, las masculinidades no hegemónicas y de grupos de las disidencias sexuales de los espacios de toma de decisiones en todo ámbito, tanto, público como privado.
Aprender a identificar todas las formas de violencia, no es fácil ya que sus raíces se encuentran en estructuras sociales profundamente arraigadas y fomentadas en el sistema patriarcal occidental que ha producido, sostenido y reproducido en sus distintos momentos históricos, a través de múltiples y variadas instituciones, entre las que se encuentran las Universidades, de las que en primera instancia las mujeres fueron excluidas, por el supuesto rol destinado a la familia, convirtiéndose en una de las primeras luchas para poder hoy ocupar este espacio.
Aquellas instituciones han gestado una educación y pensamiento androcéntrico, destinado a reproducir y transmitir ideas, saberes, valores, conductas y mecanismos que han asegurado la dominación masculina.
En la actualidad, pese a que las mujeres acceden en gran porcentaje a la educación escolar y universitaria, se sigue perpetuando la división sexual del trabajo; lo masculino sigue siendo el referente, invisibilizando el aporte de las mujeres en la sociedad.
En consecuencia invitamos a todas las instituciones educacionales de la zona a que construyamos juntos una educación no sexista, que permita a todas, todos y todes desarrollarse en un espacio libre de violencias, con igualdad de oportunidades y decisiones».