Inés Rose Fischer
Directora Escuela Psicología UST Puerto Montt
En psicología existe una corriente denominada psicología positiva, que implica aproximarse a las personas desde sus fortalezas, factores protectores, potenciales, oportunidades y atributos generadores de bienestar, en vez de la forma más conocida, que es desde el déficit, las debilidades, los factores de riesgo, las amenazas, lo psicopatológico. En palabras muy simples, la mirada de la psicología positiva se traduce en un vaso medio lleno.
Esta área no es nueva, sólo poco conocida. Tiene raíces en las ancestrales enseñanzas budistas. Su manifestación más potente en occidente podría estar ligada a las historias de sobrevivencia en los campos de concentración nazi en la segunda guerra mundial, en lo que Viktor Frankl, protagonista de ese horror, denominó la búsqueda de sentido: aquello que permitió a las personas seguir viviendo. Conocemos también hace poco el concepto de resiliencia, característica que ayuda a superar y salir fortalecido de las experiencias más duras.
Hoy quiero introducir el tema de la compasión y la autocompasión, desde la psicología positiva. En el lenguaje coloquial la compasión tiene un sesgo hacia el menoscabo, se asocia con sentir lástima, que puede ser el sentimiento de alguien que está en una posición superior frente a alguien sufriente. Asimismo, autocompadecerse es mal visto, tiene la connotación social de ensimismarse en el dolor y no implementar recursos para salir de allí, como si el padecimiento fuera una zona de confort.
Para la psicología positiva la compasión es acompañar al que sufre poniéndose en su lugar, con comprensión y afecto. Del mismo modo, la autocompasión implica acogerse tiernamente a sí mismo en el dolor, la derrota o el fracaso; sin juzgarse, castigarse ni maltratarse. Requiere conocerse a sí mismo, aceptar sus debilidades, pero sin quedarse en ellas, si no, consciente también de sus fortalezas y recursos, salir adelante. Conlleva respetar el propio ritmo, sin autoexigirse, sabiendo que cuando la herida no está bien cerrada, volverá a sangrar si se presiona.
Creo que siempre hemos necesitado más compasión y autocompasión, y que los tiempos que estamos viviendo nos permiten un paréntesis para reflexionar sobre lo que queremos como humanidad y con la naturaleza. Desde la academia, queremos aportar también a esta reflexión y nos encontramos realizando, junto a estudiantes de último año de psicología, investigaciones en estas temáticas, que esperamos compartir con ustedes muy pronto.