El alza en las temperaturas y malas prácticas de almacenamiento y manipulación son los principales responsables de las enfermedades transmitidas por alimentos (ETA), diagnosticándose más de mil casos al año en el país.
Los meses estivales son una época especialmente crítica para la seguridad alimentaria; las altas temperaturas, cortes en la cadena de refrigeración y problemas de manipulación son sólo algunas de las razones de las enfermedades transmitidas por alimentos (ETA), siendo éstas el principal motivo de consulta en las urgencias durante el verano.
“Estas condiciones aumentan las probabilidades de que los alimentos se descompongan debido a la proliferación de bacterias por el calor, la contaminación cruzada que una superficie puede generar en contacto con la comida o la falta de cocción en algunos alimentos. Por eso, si éstos no están bien conservados y no existen las mejores condiciones de higiene en el lugar, pueden generarse intoxicaciones alimentarias”, señala Paula Molina, químico farmacéutico de Farmacias Ahumada.
Cabe señalar que las ETA son un grupo de enfermedades que causan la inflamación de los tejidos intestinales ya sea por una infección o toxinas, y se producen por la ingesta de alimentos o líquidos contaminados. “Los primeros síntomas suelen aparecer a las pocas horas de la ingesta, como dolor de estómago, diarrea, fiebre, vómitos, calambres abdominales y debilidad generalizada, entre otros. Los niños, adultos mayores, mujeres embarazadas y aquellas con el sistema inmune debilitado son las más susceptibles a sufrirlas”, comenta la facultativa.
Sin embargo, pareciera existir poca consciencia sobre este tema que –incluso- preocupa a la Organización Mundial de la Salud (OMS), que hace un tiempo declaró una alerta general por inseguridad alimentaria al evidenciar que cerca del 10% de los habitantes del planeta sufre una afección de este tipo cada año. De hecho, según la encuesta “Prácticas Higiénicas y auto-reporte de intoxicaciones alimentarias en hogares chilenos” realizada el año pasado por la Universidad San Sebastián, si bien el 88% de los participantes considera importante las buenas prácticas de manipulación de alimentos, a la hora de cocinar éstas no son puestas en práctica por los chilenos.
Ante este panorama, la facultativa hace hincapié en la prevención a través de estos simples pasos:
– Mantener la higiene a la hora de cocinar. No sólo es importante lavarse las manos con agua y jabón. También es indispensable disponer de un espacio limpio y libre de posibles contaminaciones. “El mesón donde se cocina debe estar desinfectado; los alimentos que no necesitan refrigeración deben ser almacenados en un lugar seco, fresco y siempre alejados de la luz solar o el calor. La basura debe estar siempre tapada y los productos de limpieza lejos de los alimentos”, sentencia Molina.
– Conservar los alimentos a temperaturas seguras. “Es indispensable mantener la cadena de frío, cuando se trata de alimentos refrigerados. Éstos deben ser las últimas compras que se realicen antes de volver al domicilio, evitando perder mucha temperatura en el trayecto”, indica.
– Atención al procesar los alimentos. Cuando se trate de alimentos que se ingieren crudos, como frutas o verduras, éstos deben ser cuidadosamente lavados. Además, se sugiere preparar alimentos en el momento en que se van a consumir y preparar la cantidad justa de comida, evitando dejar porciones almacenadas en el refrigerador.
– Cuidado con las conservas. “Si vemos latas que contengan golpes, estén infladas, tengan algunas zonas oxidadas, o al abrirlas desprendan gas, deben desecharse de inmediato”, añade la facultativa.
Asimismo, Molina afirma que las condiciones de salud de cada persona podrían resultar claves a la hora de enfrentar este tipo de infecciones. “En estos casos, podemos ayudar a nuestro organismo a defenderse de una mejor manera a través de microorganismos como los probióticos, que generan una flora bacteriana fuerte y bien nutrida, evitando que las bacterias se adhieran a la mucosa del estómago o el intestino”. Además, añade que estos productos “ayudan a una recuperación más rápida de la flora intestinal cuando ha sido dañada por una intoxicación, generando un periodo de recuperación más corto y menos molesto”.
La mayoría de estas intoxicaciones son leves y los síntomas desaparecen a los dos o tres días. En estos casos, solo se recomienda beber abundante líquido para evitar la deshidratación, reposo y la ingesta de comida blanda y de forma gradual. “Lamentablemente, y pese a toda la información disponible y campañas que se desarrollan al respecto, cada año se diagnostican más de mil casos de ETA en el país, muchos de ellos requiriendo de hospitalización por cuadros agudos y un nivel de compromiso importante”, finaliza la farmacéutica.