Sin duda los niños y adolescentes que poseen necesidades educativas especiales o alguna discapacidad se han visto afectados por el confinamiento. Expertos aseguran que muchos de ellos podrían presentar exacerbación de sus síntomas tales como: mayor vulnerabilidad a los efectos psicológicos negativos de la pandemia y encierro, mayores problemas de conducta y pérdida de los aprendizajes previamente adquiridos.
Es importante conocer los síntomas que pueden presentar estas personas en el contexto que estamos viviendo. En el caso de niños y jóvenes en condición de Trastorno del Espectro Autista (TEA) se pueden exteriorizar episodios de ansiedad, y la situación de aislamiento les puede resultar difícil de asimilar, incrementando las estereotipias (movimientos extraños); igualmente sus padres podrían evidenciar mayor estrés y susceptibilidad que el de los de niños con otras condiciones.
Las personas con discapacidad intelectual (DI) tienen un riesgo significativo de infección de COVID19 debido a su mayor prevalencia de enfermedades previas, hábitos personales y exposición constante a otras personas por el grado de apoyo que requieren. Aunque el impacto del confinamiento podría resultar todavía incierto, es un hecho que en las familias se manifiesta un incremento en el malestar, conductas problemáticas y ansiedad. Estos niños y adolescentes están entre los más vulnerables dada su necesidad de atención clínica y educativa de alto nivel en servicios especializados, algunos de ellos pueden requerir contención física o farmacológica en caso de que se presente agitación durante el confinamiento.
Por su parte, las personas con trastornos de ansiedad pueden sufrir grandes dificultades para adaptarse a los cambios actuales. La preocupación puede continuar aún después de terminar la cuarentena y algunos niños podrían mostrar ansiedad por separación puesto que podrían sentirse más apegados a sus cuidadores durante la pandemia y muy posiblemente presentarán dificultad para volver al colegio.
En este escenario, es importante que todos como sociedad aumentemos nuestra tolerancia, respeto y comprensión hacia las personas en situación de discapacidad y sus familias, acrecentando los apoyos técnicos y educativos, principalmente, al momento de retornar a clases presenciales, siendo necesario incorporar a los contenidos curriculares instancias de escucha y contención que permitan comunicarse al ritmo de las necesidades que cada uno requiera, pues sin lugar a dudas existirá mucha necesidad de amor y acompañamiento.
Alejandro Soto, Docente Escuela de Fonoaudiología Universidad de Las Américas UDLA