Como cada 8 de marzo, se conmemora en el mundo entero las luchas por alcanzar la igualdad de derechos, la participación y el empoderamiento que han levantado las mujeres en todos los ámbitos de la sociedad. Fueron las trabajadoras del mundo textil en New York las pioneras quienes entre finales del siglo XIX e inicios del siglo XX levantaron diversas movilizaciones y huelgas obreras por reivindicaciones políticas, sociales y laborales para las mujeres.
Este es el día que nos hermana con todas las mujeres del mundo, en el pasado, en el presente y en el futuro.
En Chile, la primera conmemoración del día internacional de la Mujer fue realizado por el Movimiento Pro Emancipación de la Mujer Chilena (M.E.M.CH) el 8 de marzo de 1936, en donde Clotilde Ibaceta, presidenta de la Federación Cosmopolita de Obreras en Resistencia, fundada en Valparaíso en 1903 expresaría “Perseguimos que la mujer salga de la esfera estrecha del hogar y que pase a ocupar mediante su inteligencia, el puesto que verdaderamente le corresponde”, dejando de romantizar que la vida doméstica es esencialmente femenino, ya que este encierro produce consecuencias graves o el malestar que no tiene nombre como lo llamaría Betty Friedan en su libro “La Mística de la feminidad”.
Hoy, luego de 85 años de esta primera conmemoración, ante un nuevo contexto internacional bajo pandemia, las mujeres a lo largo del país y del mundo han conmemorado – reivindicado el derecho a una vida libre de violencias, ya que ante este nuevo escenario de confinamiento, gran parte de las mujeres han quedado aisladas, han tenido que volver a encerrarse encerradas en sus hogares, cuyas consecuencias han quedado en evidencia, la violencia de género se ha agudizado, poniendo en riesgo la vida de más mujeres y niñas.
Sumado a ello, la situación de pobreza de las mujeres ha ido en aumento, según señalan tanto la última Casen como informes de Sernameg, las mujeres que son jefas de hogar han ido en aumento y en términos de pobreza representan un 9,2% contrastando con el 6,2% de los jefes de hogar masculinos que se encuentran en esos índices.
Con estas cifras, podemos ver cómo se ha agravado la situación de las mujeres y se profundizan las inequidades de la brecha de género y en especial cómo afectan las consecuencias económicas de la pandemia y la sobrecarga de cuidados, mediado por la imposibilidad de trabajar.
Al respecto, las (nuestras) instituciones educativas de Puerto Montt Superior y las demás, tienen mucho que decir y hacer, deben cumplir un rol esencial en torno a educar poniendo especial atención al poder y la dominación, desde sus estructuras hasta la formación, aspectos claves para la erradicación de las violencias hacia las mujeres.
“Que pare el mundo, porque nos están matando, que pare el mundo porque no funciona sin nosotras, que paren las calles hasta que podamos transitarlas seguras, que paren los feminicidios porque nuestras vidas no están a disposición de otros”.
Katherinne Brevis Arratia, representante de la Mesa de Género y Diversidad UACh, Sede Puerto Montt