Sylvia Castro González
Apenas hace tres meses fuimos testigos del femicidio de una joven madre en Peñalolén y, hoy, nuevamente tenemos que lamentar la muerte de una mujer asesinada mientras se dirigía a su trabajo en Puente Alto ¿Hasta cuándo? El 8 de marzo, una vez más, fuimos miles las mujeres que protestamos por nuestros derechos, por el respeto que merecemos y por tanta inequidad.
Juntas hemos ido impulsando cambios que han configurado nuevos escenarios económicos, políticos y sociales, pero necesitamos más. Nuestro rol como mujeres ha sido clave en innumerables aspectos de la vida política, en las organizaciones sociales y muchos otros ámbitos donde progresivamente hemos logrado abrirnos paso. Sin embargo, nuestras demandas siguen subrepresentadas en la política.
En efecto, una investigación publicada, en 2020, por el Observatorio de Género, Mujeres y Territorios de Rimisp, constató que en Chile existe una brecha de género en desmedro de las mujeres en, prácticamente, todos los espacios políticos, con una única excepción: el ámbito comunitario. Allí somos fuertes y tenemos que explotar al máximo ese espacio. En las juntas de vecinos, la presencia femenina es mayor que la de los hombres. Pero, también es importante incluir la perspectiva de género en los municipios, donde la representación de nuestras necesidades y demandas ha sido insuficiente.
Hoy, somos muchas mujeres dispuestas a cambiar las cosas desde los gobiernos locales, lo cual, como peñalolina, considero clave. La participación ciudadana es un arma para combatir la injusticia y defender nuestros derechos, pero también el medio más directo para estrechar la relación entre la ciudadanía y el Estado.
Cada día somos más las mujeres que nos atrevemos a participar activamente en los municipios, para transformar -desde allí- las relaciones de género y representar a las mujeres de cada comuna: a las jefas de hogar, a las emprendedoras y también a las personas que han enfrentado la precariedad, el abandono y la desprotección del sistema social.
En Chile, nos maltratan, nos violan y somos asesinadas a diario. Por eso, urge trabajar desde los municipios contra la violencia machista, para apoyar ahí donde el Estado no ha logrado hacerse cargo. Erradicar la desigualdad y la violencia contra la mujer, para desde cada una y cada uno. Unámonos para alcanzar gobiernos locales feministas, participativos y democráticos.