Me llamo Laura, tengo 17 años y les escribo a los jóvenes apuntados con el dedo, a todas las niñas, niños o adolescentes que no están estudiando, que están excluidos de la educación. Sé que sientes que están marcando el paso, sin oportunidades, comprensión ni ayuda. Quizás trabajando en lo que sea para ayudar a parar la olla o cuidando a tus hermanos chicos o abuelos. No me importa si quedaste fuera por bullying, repitencia, déficit atencional, consumo de drogas o copete. No me importa. Necesito que escuches esto. Yo también estuve afuera.
Quedé embarazada a los 14 y dejé de ir al liceo a los 15 años porque me exigieron ayudar en mi casa. Ningún profesor me entendió. ¿Cómo les explicaba que una guagua no se cría sola? Luego estuve trabajando duro en la casa: hacía el aseo, cuidaba a mi hija, iba a la feria. Un día fui a pedir el famoso Ingreso Familiar de Emergencia, necesitaba urgente la plata, pero me respondieron: “Como usted no tiene un trabajo “formal” no aplica para la ayuda del Estado”.
¿Nada nuevo cierto? Historias como la mía aparecen en algún matinal todos los días. Y me preocupa que esto sea así. He leído que nos dicen “delincuentes con overol” sin entender nuestra historia. Escúchennos. No dejamos el colegio porque quisimos. Nosotros venimos de la pobreza, del abandono y de un estigma social que es causa de todo lo anterior, como 16 años y conocimientos de tercero básico, por ejemplo.
Yo ahora estoy mejor. Este año entré al Colegio Betania de Fundación Súmate de La Granja, que trabaja devolviéndoles su derecho a estudiar a jóvenes que habían abandona el sistema escolar, como yo. Me han ayudado mucho; este año termino primero y segundo medio. Acá he conocido a chiquillas que también habían sido expulsadas del liceo: por quedar embarazadas, por bullying, por drogarse; en el fondo, por tener problemas.
Por eso te escribo esta carta. Porque necesito que busques una oportunidad. No nos excluirán ni a ti ni a mí si hacemos fuerza y exigimos nuestro derecho a la educación. Acércate a Súmate y sus escuelas. Googlea el tema. No te rindas, porque hay quienes entienden y están dispuestos a darte una mano. Yo, primera que todos.
Por Laura Sánchez, 17 años.