Escenarios
Si no fuera por los errores cometidos durante las campañas presidenciales y, sobre todo, por los desaciertos de diversas encuestas de opinión, la de hoy debería ser una elección más, dentro de las siete que se han desarrollado desde el retorno a la democracia en 1990. Sin embargo, la incertidumbre respecto de quienes pasarán a la segunda vuelta (considerando las reflexiones preliminares y, además, el importante número de indecisos), transforman a esta elección presidencial en una de las más complejas de la historia reciente de Chile, no solo por el resultado electoral, sino por el contexto político, económico y social actual.
Pero ¿qué nos dice la historia respecto de este tipo de escenarios? Quizás, sea importante recordar los episidios de hace un poco más de un siglo, cuando en junio de 1920, se efectuó la elección presidencial en la que triunfó Arturo Alessandri Palma. La historiografía, en general, concuerda en que, a partir de 1920 este tipo de acontecimientos experimentó un importante cambio y no porque se enfrentaran dos grandes proyectos antagónicos (en lo esencial, los programas de Alessandri y Barros Borgoño no eran muy diferentes, por cuanto ambos ofrecían reformas sociales y proyectos de ley que apuntaban a mejorar las condiciones de trabajo y previsión), sino porque lo novedoso estuvo en la convoctoria que se hizo a las masas, con el objetivo de sacar la política de los clásicos salones decimonónicos y llevarla a las calles y además de esto, los medios que se utilizaron para obtener la adhesión de los votantes (Cielito lindo, canción popular mexicana, fue adaptada para la campaña de Alessandri y tuvo una importante popularidad entre sus seguidores).
Esta elección se desarrolló en un complejo escenario nacional, ya que los problemas de la “cuestión social” no les daban tregua a los gobiernos anteriores de 1920, esto sumado a una difícil situación económica derivada de las consecuencias de la Primera Guerra Mundial, evidenciaban la fragilidad del modelo exportador de materias primas. La elección del 25 de junio se desarrolló en un clima marcado por el fraude y cohecho de uno u otro sector, los resultados fueron estrechos, tanto así que al otro día ambos candidatos se declararon vencedores, pero lo concreto fue que Alessandri obtuvo solo 4 electores más que Barros Borgoño. La elección de hoy, esperemos, debiera carecer de fraude y cohecho, pero al igual que la de 1920, quien resulte triunfador(a) deberá enfrentar un complejo escenario ante los más importantes desafíos del país y, probablemente, con una nueva carta fundamental.
Dr. Fernando Castillo Opazo.
Académico Facultad de Educación y Ciencias Sociales
Universidad Andrés Bello