Margarita Campillay Caro
Docente Ética Profesional
Directora de Carrera Derecho
UST Sede Puerto Montt
En esta semana, previa a las elecciones, muchos de nosotros vimos con interés el último debate presidencial, con temas enfocados a cómo se respondía a las demandas ciudadanas, o como se dice: a lo que “la gente quiere”.
En contrapartida, es bueno preguntarnos qué es lo que queremos, o esperamos, de un Presidente.
Las encuestas preguntan por quién votaré, no por la razón que me lleva a votar por uno, u otro candidato, considerando que esto último es lo más relevante al momento de decidir. Falta avocarse, en la búsqueda de tendencias sociológicas, a conocer que deseamos (o idealizamos) en un Presidente.
En este punto, es donde es posible llamar a reflexionar, pues la Constitución Política de la República (actual), en su artículo 25, establece que para ser elegido Presidente de la República se requiere la nacionalidad chilena, tener cumplidos 35 años de edad y ser ciudadano con derecho a sufragio; nada más.
Entonces, es bueno preguntarnos si esperamos alguien técnico, con manejo de números, enfocado en lo social o un buen administrador de recursos, etc. pero, me atrevo a señalar, es más importante aún para todos los electores, el que nuestro candidato posea virtudes mínimas, tales como: honestidad, probidad, mesura, prudencia, humildad, entre otras; pareciera que, en el desencanto actual, la política fuera ajena o lejana a dichas virtudes, o no se le dan importancia que tienen.
Es nuestra responsabilidad como ciudadanos informarnos debidamente sobre la persona que apoyamos en esta elección, sea para Presidente u otro cargo de elección popular; no sólo quedarnos en el eslogan de campaña sino aplicar un espíritu crítico respecto del actuar de nuestro candidato, en el presente y en el curso de su carrera política, así como es responsabilidad de los candidatos y de la política en general, transparentar, informar y estar al servicio de sus electores para el conocimiento de su real dimensión como personas.
Retomando el último debate televisivo, cabe preguntarse, entonces, si los candidatos presentes dieron muestra no sólo de conocimiento empírico y técnico, sino también, si demostraron virtudes personales en el desarrollo de este.
Cabe a cada elector hacer el análisis y votar informado.