Inflación: la pandemia económica que se ensaña con las Pymes y los sectores más necesitados
Por Iván Cifuentes, Socio de Cifneg Consultores.
Resulta lamentable que parte del mundo político insista en impulsar proyectos de retiro que sólo contribuyen a minar la capacidad de recuperación de la economía chilena. Y es lamentable, además, porque su impacto en la inflación constituye un perjuicio particularmente duro para dos sectores: las familias de menores ingresos y las Pymes, que ven cómo pierde valor el dinero que tienen en su poder. En este escenario, la única opción es centrar todos los esfuerzos en planes de estímulo que permitan incrementar la inversión, para generar nuevos y mejores puestos de trabajo.
La inflación nos parecía una lacra extinta, un fenómeno antiguo que habíamos logrado dejar atrás, como esas enfermedades que, antaño, causaban estragos a nivel de salud pública. La autonomía del Banco Central fue la vacuna que contribuyó a poner a raya una enfermedad económica particularmente corrosiva con el presupuesto de Pymes y de las familias más humildes de Chile: la inflación.
Y este hecho no solo ocurre en nuestro país. La inflación que padece la economía chilena se observa también en otros países que se caracterizan por un cuidadoso manejo macroeconómico. Sin ir más lejos, Estados Unidos informó de una inflación en marzo del 8,5%, la mayor en 40 años. ¿La razón? Es una de las peores consecuencias de la pandemia de covid-19, que provocó estragos gravísimos en las cadenas de suministro a nivel global. De ello, la economía global todavía está lejos de recuperarse, por lo que tendremos que hacernos la idea de que la inflación será una constante en los próximos dos años, independiente de nuestra disciplina fiscal. Cuando mucho, el objetivo de toda política pública será contenerla, no reducirla.
Sin embargo, no toda la inflación que experimenta la economía chilena es atribuible a esta crisis de suministros. Mucho también tienen que ver los tres retiros de 10% a los fondos de pensiones que actualmente gestionan las AFP, retiros que, si bien permitieron dar una salida a las familias acuciadas por las deudas, y activas el consumo en beneficio de las Pymes; también incrementó la circulación de dinero que fue destinado fundamentalmente a consumo; no a inversiones, que es lo que produce crecimiento, empleo, y mayores niveles de prosperidad y desarrollo. Otro tanto tuvo que ver el Ingreso Familiar de Emergencia, pero esta política pública es ciertamente más comprensible dada su focalización.
No es baladí, en consecuencia, el gesto realizado por este gobierno en orden a oponerse a iniciativas parlamentarias que rezuman una alta dosis de demagogia e irresponsabilidad, como fue el rechazo al quinto retiro. Es importante demostrar que aquello que parece positivo en un primer momento a ojos de millones de ciudadanos y ciudadanas, de seguro agravará un cuadro particularmente delicado para las familias menos acomodadas, emprendedores y pequeñas empresas. En esto el ministro de Hacienda, Mario Marcel, tiene toda la razón: de no haber sido por el rechazo del cuarto retiro, hoy hablaríamos de una inflación de dos dígitos. Por el contrario: gracias a la resistencia de los políticos más responsables es que 2021 pudimos cerrar con un aumento de los precios domésticos de tan sólo el 7,2 %, un indicador que, aún así, llegó a su nivel más alto en 14 años.
Para evitar que la inflación continúe erosionando el poder adquisitivo de las familias chilenas y el desarrollo de las Pymes, resulta fundamental enfocar todos los esfuerzos en financiar planes de estímulos económicos y acometer las reformas que requiere la economía chilena, además de emprender las acciones necesarias que contribuyan a desbaratar acciones colusorias por parte de algunos empresarios que bien podrían estar sacando un provecho indebido de este contexto, cosa que no podemos descartar. Vamos por el camino del impulso a la economía. No hay otro.