Donar sangre: deber solidario
Carolina Uribe Directora Carrera de Enfermería Universidad de Las Américas Sede Concepción
Desde la antigüedad, la sangre siempre ha generado muchos mitos, sin embargo, también ha marcado el interés científico que ha contribuido a dar paso a grandes avances en beneficio de la humanidad. La sangre está formada por una solución acuosa con sales y proteínas denominada plasma, en la que se encuentran suspendidos tres elementos celulares: eritrocitos, encargados de transportar el oxígeno a los tejidos y devolver el dióxido de carbono a los pulmones para expulsarlo; leucocitos que defienden al cuerpo contra infecciones y plaquetas que colaboran en la coagulación.
La transfusión de sangre es denominada por la Organización Mundial de la Salud como la transferencia de los componentes sanguíneos de un donante a un receptor. La primera transfusión entre humanos realizada con éxito ocurrió en 1818 a manos del médico obstetra británico James Blundell. Posteriormente, en 1930 se crearon los primeros bancos de sangre, el primero en España fue creado en 1936 durante la Guerra Civil por el doctor Frederic Durán-Jordà.
Las transfusiones de sangre y sus componentes son necesarios para el tratamiento de algunas situaciones médicas de gravedad y que de no efectuarse serían potencialmente mortales, por consiguiente, los bancos de sangre deben proveer en cantidad suficiente y con la calidad adecuada para preservar la salud de quien los recibe y prevenir la mortalidad asociada con complicaciones. De esta manera es importante comprender la importancia de donar sangre para subsanar una necesidad continua de provisiones de sangre adecuadas y segura.
Los donantes deben ser conscientes de que es un procedimiento seguro y que su sangre es indispensable para la vida de otras personas, para ello es importante que existan programas educativos acerca del proceso, eliminando temores y creencias erróneas.
Es importante tener presente que donar sangre es un deber humano y solidario al que todos nosotros deberíamos suscribirnos, para cautelar siempre mantener las provisiones correspondientes y dar tranquilidad para quienes anhelan esperanza y sanación.