Taller abordó el desarrollo de bioplásticos en base a algas nativas
La instancia se desarrolló en dependencias de Fundación Chinquihue y contó con la presencia de recolectores de orilla y cultivadores de distintos puntos de la región de Los Lagos.
Un equipo de investigadores de la Universidad de Santiago de Chile (Usach) y la Pontificia Universidad Católica de Chile (PUC), encabezado por la Dra. Alysia Garmulewicz, trabaja en el desarrollo de una plataforma que promete proporcionar información para emprendedores interesados en el desarrollo de empaques bioplásticos haciendo uso de biomasa local. Una de las apuestas es utilizar el pelillo (Agarophyton chilensis) como materia prima para la elaboración de dichos empaques.
Financiado por el Fondo de Fomento al Desarrollo Científico y Tecnológico (FONDEF – ANID), este proyecto lleva el nombre de “Bioplástico Territorial”. El proyecto es ejecutado por un consorcio que integra a las dos casas de estudios previamente mencionadas, además de Fundación Chinquihue, y cuyo mandante es el Gobierno Regional de Los Lagos.
Es en el contexto de dicha iniciativa que durante la jornada del pasado miércoles 20 de julio, se realizó el taller “Identificando y co-creando la oferta de valor de la tecnología de elaboración de bioplástico a partir de algas”, instancia que fue encabezada por Garmulewicz, quien actualmente se desempeña como profesora asociada en la Facultad de Administración y Economía de la Universidad de Santiago de Chile.
En la oportunidad, el equipo de trabajo dirigido por Garmulewicz expuso los avances del proyecto, además de facilitar un espacio para co-crear una propuesta de valor en torno a la producción de bioplásticos a partir de algas.
El taller finalizó con un modelo práctico de elaboración de plásticos a partir de muestras de algas en la sala de prototipaje de productos del mar Ruka Iyael, la que se ubica en dependencias de Fundación Chinquihue.
Del taller participaron recolectores de orilla de la comunidad indígena Buta Huapi Chilhué de Queilen, provincia de Chiloé, y cultivadores de la federación de algueros artesanales Ribera Norte de Maullín, provincia de Llanquihue, entidad que reúne a 13 sindicatos de algueros de dicha comuna y que, a su vez, es integrada por alrededor de 300 socios.
Tras la finalización del taller, Garmulewicz aseguró que la actividad fue todo un éxito para su equipo de trabajo. “Este taller se realizó para involucrar a los stakeholders locales, las partes interesadas, y vimos mucho interés, una conversación fluida, muchas preguntas, y también mucho conocimiento desde distintas perspectivas, diferentes partes de la cadena de valor que existe hoy y, también, interés para explorar el mundo de los bioplásticos”.
La académica indicó, además, que existe un interés de las partes involucradas por continuar el experimento y tratar de aplicar los conocimientos adquiridos en sus propios lugares de trabajo.
Garmulewicz explicó que “la segunda fase del proyecto se centrará en identificar aplicaciones, crear recetas para aplicaciones específicas. Eso significa que esa etapa será mucho más concreta”. Para ello es que habrá un segundo taller, afirmó la académica, en el que se centrarán en las aplicaciones propiamente tal.
Verónica Flores, recolectora de orilla y presidenta de la federación de algueros artesanales Ribera Norte de Maullín, y representante de la pesca artesanal en el directorio de Fundación Chinquihue, participó de este taller.
Flores indicó que la actividad le pareció “muy interesante”. En su opinión, este proyecto “es muy importante porque, como vimos hoy, la generación de bioplásticos a partir de las algas tiene un gran potencial para la pesca artesanal (…). Nosotros podríamos darle valor agregado al pelillo y así optar a mejores precios de mercado. Esperamos poder seguir innovando”.
Según datos de la Subsecretaría de Pesca y Acuicultura, Subpesca, durante el año 2021 se registró desembarques por casi 58 mil toneladas de pelillo a nivel nacional.
La región de Los Lagos es responsable de 50 mil toneladas de este recurso marino, de lo que 36 mil provienen de la pesca artesanal, mientras que las restantes 14 mil corresponden a cosechas de centros acuícolas.