Por Judith Miranda Piña, docente de Terapia Ocupacional de la Universidad Santo Tomás sede Puerto Montt
En el mundo, más de 700.000 personas se quitan la vida al año tras numerosos intentos de suicidio, lo que corresponde a 1 muerte cada 45 segundos. En Chile, según datos del Minsal, 1.800 personas mueren anualmente por esta causa y por cada una de ellas, alrededor de 20 personas realizan un intento suicida. A pesar de esta alarmante cifra, la mortalidad por suicidio en nuestro país se ha estabilizado durante los últimos años, sin embargo, el suicidio está entre las tres primeras causas de muerte en adolescentes y jóvenes de 10 a 24 años, siendo mayor la tasa de incidencia en personas mayores.
Prevenir el suicidio es posible, sin embargo, como sociedad estamos llenos de barreras que nos limitan a pedir ayuda, hay estigma, vergüenza, mitos, tabúes y desconocimiento sobre el suicidio e ideas de muerte. No cabe duda que es un problema complejo, que aqueja a quien presenta la problemática, pero también a las familias, y a la sociedad en general, ya que todo el contexto con el que interactúa la persona puede ser un factor de riesgo o un factor protector. Otros factores de riesgo pueden ser antecedentes familiares de suicidio, patologías mentales, duelos, consumo de sustancias, bullying, entorno familiar problemático, dolor físico a causa de una enfermedad, aislamiento social y familiar, y un largo etcétera.
Es de suma importancia estar atentos a las señales de alerta que pueda presentar quien está pensando en llegar al suicidio, tales como: cambios conductuales o de ánimo drásticos, abandono de actividades de interés, descuido de su imagen personal, escritura de cartas de despedida, o indirectas en las redes sociales, cambios o interferencia en sus vínculos sociales, autolesiones, entre otros, los cuales pueden ser reflejo de pensamientos de muerte o deseos de morir, de causarse daño o más tácitamente, planes específicos de suicidarse.
Podemos ayudar, podemos hacer algo… es fundamental ser empáticos, no juzgar, no invalidar el sentir del otro; dejarles claro que no están solos, que existen redes de apoyo, que pueden acudir a un equipo profesional que les ayudará a salir adelante.
La Terapia Ocupacional en el área Salud Mental aborda esta temática desde el punto de vista de la resignificación, es importante reencantar a la persona con el diario vivir, permitiéndole un óptimo desempeño en sus ocupaciones (reintegro laboral, estudios, actividades de la vida diaria, socialización, entre otras), mediante el uso de actividades terapéuticas. Es necesario pedir ayuda, pero también estar en alerta, alternativas existen.