Por Yerko Villanueva, jefe de operación social de Hogar de Cristo.
Hoy la pobreza es más compleja, más invisible, más solapada, más cruel. Se juntan factores muy diversos, como la pandemia, la crisis económica que generó; el fenómeno migratorio; y el alza del costo de la vida, que ha encarecido aún más la vivienda.
¿Estamos preparados para hacerle frente a la nueva cara de la pobreza?
Este nuevo rostro lo podemos constatar en los bandejones centrales de nuestra ciudad, donde se han sumado familias, en su mayoría migrantes, incluso con niños pequeños, a la realidad de las personas en situación de calle, modificando sus perfiles y necesidades. Por eso, en alianza con el Municipio y Gobierno Regional, estamos trabajando en la reposición de la Hospedería del Hogar de Cristo, en Osorno, proyecto que avanza a pie firme. Pero que no abarcar todas las situaciones que se contabilizan en la ciudad. ¿Qué pasará con las personas que se van sumando, dado el oscuro escenario económico?
Tener una nueva Hospedería en Osorno es un esfuerzo que debe alegrarnos a todos y un sueño cumplido porque lo hemos anhelado durante años, pero –sin duda– no soluciona la herida de fondo.
Nuestra región requiere de estrategias de atención especializadas que apunten a resolver de manera integral las grandes y complejas necesidades que presentan las personas en situación de calle: consumo problemático de alcohol y otras drogas, problemas de salud física y mental, exclusión laboral, recuperación de trayectorias educativas, acceso a los servicios y prestaciones de seguridad social. De ahí, la necesidad de una política de Estado que garantice la atención oportuna y adecuada de este grupo, con los recursos financieros y humanos suficientes.
Como Hogar de Cristo, entendemos la pobreza como vulneración de derechos y nuestro trabajo es, apenas, una reparación de derechos esenciales. Nosotros no les estamos dando a los más pobres nada que no les pertenezca en justicia. Y, cuando entre todos terminemos de devolverles a los más golpeados y humillados de Chile lo que les pertenece, ahí recién vamos a empezaremos a hablar de verdadera inclusión social. Porque los pobres no son del Hogar de Cristo, sino deber y responsabilidad de todos, requerimos conciencia y acción de la comunidad en su conjunto.