Ricardo Bascuñán
Psicólogo y académico UCEN
El escenario pandémico producto del COVID-19 dejó en evidencia la importancia de la Salud Mental. Los duelos por pérdida de familiares, pérdida del trabajo, endeudamiento, doble presencia, confinamiento (y la falta de interacción con otros), por ejemplo, fueron y son para muchos temas que los acompañan en el día a día y que quizás formen parte de ellos durante varios años más.
Cuando hablamos de Salud Mental, no debemos olvidar que ésta no es ausencia de enfermedad, como lo señala desde 1975 la OMS cuando integra el concepto de bienestar para hablar de la salud en general. Indicadores asociados a la prevalencia de la depresión en Chile, tasas de mortalidad por suicidio, casos de femicidios, aumento de los delitos violentos, la precarización de las fuentes de trabajo, abuso sexual infantil, desafíos vinculados a la enfermedad de alzhéimer, baja inversión en Salud Mental (en comparación con los países de la OCDE), por citar algunos, evidencian aún más la importancia de este aspecto de la salud de las personas.
Sin duda que abordar todos estos aspectos requieren de un abordaje más global, en la que se debe actuar de forma decidida sobre los determinantes sociales de la salud, ya sea desde la equidad en el acceso a los servicios de salud, calidad de la vivienda, acceso a la educación, calidad de la alimentación, calidad del tipo de trabajo. También han existido muchas personas como profesores, vecinos, amigos, que sin tener formación en el área de la Salud Mental han apoyado y guiado a las personas con alguna de las problemáticas mencionadas más arriba: la calidad de las relaciones que establezcamos con otro son un tremendo recurso y en el que la empatía, empoderar a las personas, fortalecimiento de las redes comunitarias, mejorar el clima laboral mediante el compañerismo y las buenas prácticas (para evitar acoso laboral, por ejemplo) y aprender a pedir ayuda, se pueden transformar en importantes herramientas para iniciar el cambio en nuestras vidas.
Colaboremos con la mejora en las políticas públicas asociadas a la Salud Mental, reduzcamos la prevalencia de los problemas de las personas que pueden derivar en importantes diagnósticos como la depresión, detectemos prontamente los casos de abuso sexual y además, cuidemos a aquellas personas que nos han ayudado. El síndrome del cuidador (cuido a los demás, pero me descuido cuando lo hago), requiere también de ser visibilizado.
Un día de la Salud Mental nos lleva a visibilizarla, a reflexionar sobre cómo cuidarla y cultivarla, a poder disfrutarla y aumentar nuestra calidad de vida; en síntesis, sigamos buscando vivir mejor, sigamos avanzando.