Hace muchos años un pensador propuso que «debemos comprender cuál es nuestro lugar en la Tierra, ya que nuestro bienestar está conectado al bienestar de todos los animales y el medio ambiente». Esta idea fue expuesta alrededor del año 1.200 DC por Francisco de Asís, posteriormente erigido por la Iglesia Católica como el santo patrono de los animales.

Sus palabras cobran vital importancia hoy, dado el negativo impacto generado por el desarrollo del ser humano sobre el medio ambiente y los animales del planeta, poniendo en riesgo nuestra supervivencia en el mediano plazo. La figura de San Francisco ha resultado tan icónica, que el día 4 de octubre, además de su fiesta religiosa, se celebra el Día Mundial de los Animales.

La conciencia que se ha desarrollado en un gran número de personas sobre la protección y cuidados hacia los animales, que nos lleva a celebrar su día, se contradice de forma violenta con imágenes como las viralizadas hace algunos días que muestran a una pareja en Lampa golpeando con barras de madera y metal a una perra que parecía ser su mascota.

Por supuesto, es necesario que la justicia esclarezca los hechos, pero lo que no está sujeto a discusión es el alto nivel de violencia que existe hoy en nuestra sociedad. Esta vez cobró como víctima a un perro, pero se evidencia en el día a día de mujeres maltratadas por sus parejas, niños víctimas de bullying en sus colegios, conductores que sufren violentos actos delictuales en los semáforos y una larga lista de etcéteras.

Entonces, frente a un escenario tan dual, ¿cómo debemos celebrar el Día de los Animales? La invitación es a no pasar por alto este tipo de noticias y aprovechar este contexto para generar cambios. Los grandes cambios comienzan por actos pequeños y hay acciones que pueden servir como punto de partida para vivir una renovada relación con los animales que nos rodean.

¿Por qué no ser el mejor amigo de su perro y/o gato? Para cumplir con esto, en primer lugar, se debe contar con conocimientos profundos sobre las conductas y necesidades de las mascotas. Solo a partir de esto se puede ser un verdadero «petlover», poniendo en el centro del amor a la mascota y no lo que podemos pensar que la mascota quiere.

En segundo lugar, tomemos conciencia del potencial que cada uno de nosotros tiene para transformarse en un agente activo de educación y conciencia para hijos, padres, hermanos, amigos o colegas. Si tenemos la oportunidad de generar conciencia sobre el cuidado de los animales, no la perdamos.

Por último, la invitación es a no ser «especista», esto significa solo proteger a algunas especies. Si estamos a favor de la protección de los animales, no podemos olvidarnos de aquellos que no viven en nuestra casa. Para ser coherentes con la protección de todas las especies existen múltiples alternativas, pero ese tema da para otra columna.