Ivonne Maldonado Directora Carrera de Psicología Universidad de Las Américas Sede Concepción
El aumento de la prevalencia en enfermedades asociadas a salud mental es una realidad, así lo detallan diversos estudios e investigaciones que se han realizado en el último periodo, siendo uno de los factores gatillantes más relevante de esto, la crisis sanitaria producto de la pandemia.
El confinamiento, dificultades económicas y miedo al contagio dejó huellas visibles e invisibles que aún no se pueden cuantificar con certeza. La prevalencia de sintomatología asociada a trastornos depresivos y ansiedad generalizada ha aumentado el último tiempo, diversos estudios muestran como estos síntomas se han agudizado, existiendo una alta demanda de atención en salud mental.
Al respecto, se puede detallar que el cuadro depresivo se manifiesta con dificultad para conciliar el sueño, concentrarse y experimentar placer con actividades que anteriormente se disfrutaban, falta de energía, sentimiento de desesperanza, tristeza, entre otros. En tanto, los indicios que se asocian a un trastorno de ansiedad generalizada son preocupación excesiva, inquietud, dificultad para relajarse, irritabilidad y temor a que algo terrible suceda.
Ahora bien, es importante tener presente que todas las dificultades en salud mental impactan directamente en la calidad de vida de las personas y sus familias, existiendo un costo emocional y económico asociado a estos cuadros que muchas veces son invisibles frente a otras enfermedades que afectan en el ámbito físico directamente.
Actualmente nuestro país cuenta con un presupuesto en salud mental menor al recomendado por la Organización Mundial de la Salud, lo que refleja que como país tenemos una deuda importante en este ámbito.
En este sentido, hay que velar porque las políticas públicas avancen hacia una mirada de la salud mental comunitaria, donde se invierta en la promoción y prevención en los territorios desde las necesidades locales, reconociéndolas a partir de un enfoque integral, fortaleciendo el abordaje de la psicopatología considerando a las personas como parte de un sistema en el que se establecen relaciones que inciden en su problemática.
Si bien es cierto, esta mirada se encuentra como un lineamiento dentro del plan del modelo de atención integral de salud familiar y comunitario vigente en Chile, los recursos son limitados y no permiten consolidar estrategias, acciones e intervenciones que plasmen el espíritu de este modelo. Para ello, es necesario mayor inversión y creación de políticas públicas que aborden determinantes sociales que permitan una mejor calidad de vida y un equilibrio psicológico.