El calor favorece el crecimiento y reproducción de los insectos, lo que aumenta la posibilidad de picaduras en el verano. La mayoría son inofensivas, pero para quiénes son alérgicos pueden llegar a ser graves. Conoce cómo podemos evitarlas.

El verano trae consigo la posibilidad de tomar un descanso y disfrutar de una amplia gama de actividades al aire libre. No obstante, el aumento del calor y la humedad favorecen la proliferación de mosquitos, zancudos y otro tipo de insectos que pican o muerden y, aunque en Chile son pocos los considerados venenosos o vectores de otras enfermedades, una picadura mal llevada podría traer consecuencias que nublarían estos días de sol.

“En esta época se incrementan las consultas de personas con picaduras y reacciones alérgicas en los centros de urgencia, debido a este círculo virtuoso de mayor exposición a ellos y sus tiempos de reproducción -incrementándose por las temperaturas-. En Chile, las más comunes son las de abejas, avispas, mosquitos o zancudos, garrapatas y arañas, siendo éstas últimas -generalmente- las más complicadas. Por esto, es importante saber cómo prevenirlas y cuándo es oportuno asistir a un centro asistencial”, comenta Magdalena Galarce, médica de servicios clínicos y farmacéuticos de Farmacias Ahumada.

Enrojecimiento, inflamación, picazón o dolor en la zona afectada son algunos de los síntomas que se pueden experimentar tras sufrir una picadura o mordedura en casos leves, mientras que el dolor en el pecho, hinchazón de la cara o la boca, dificultad para respirar, dolor abdominal, vómitos o desmayo están dentro de las reacciones más graves (anafilaxia) que -de no ser tratadas- podrían causar la muerte.

Galarce indica que “hay personas que genéticamente tienen mayor predisposición a que las picaduras de insectos sean más severas, generando una hiper reactividad. Estos pacientes, llamados atópicos, deben siempre llevar consigo algún tipo de antialérgico o antihistamínico que haya sido recetado por su médico para actuar de manera rápida ante la picada o mordedura de algún insecto”.

Asimismo, debemos considerar que existen insectos -en particular los mosquitos- que propagan enfermedades a través de sus picaduras. Virus como el del zika, el dengue o la fiebre amarilla, o parásitos como el de la malaria, pueden transmitirse a través de éstas, aunque no todos los infectados presentan síntomas luego de una picadura. Para algunos de estos casos, existen vacunas que ayudan a prevenir el desarrollo de la enfermedad, aunque la clave siempre estará en la prevención.  En este sentido, e independiente del tipo de reacción que se tenga, es recomendable el uso de repelentes en todos estos casos.

¿Son efectivos?

Los repelentes comercializados en Chile están normados por el Instituto de Salud Pública (ISP), probando su seguridad y eficacia cuando se usan según las indicaciones descritas en cada uno de ellos. “Pueden utilizarse en todo tipo de personas, niños mayores de un año, adultos o mujeres embarazadas. Sin embargo, personas con la piel atópica o muy sensible podrían tener algunas complicaciones”, comenta la especialista.

Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC) recomiendan repelentes que contengan ingredientes activos como la DEET, ya que han demostrado una gran eficacia para repeler mosquitos, garrapatas, pulgas y otros insectos comunes en ambientes naturales. De acuerdo con Galarce, “es importante ver que estos productos contengan entre 15% y 30% de DEET, sean resistentes al agua y sean reaplicados -luego del bloqueador- luego de bañarse. Dependiendo del porcentaje de DEET contenido, su efectividad puede alcanzar desde las 6 a las 8 horas”. El picaridin o icaridin es otro repelente de insectos de amplio uso y eficaz también para muchos tipos de insectos y artrópodos, comparables al DEET. Además, ha demostrado mejor tolerancia en casos particulares. Por otro lado, los dispositivos electrónicos que emiten sonidos agudos y las pulseras impregnadas de repelentes no han demostrado ninguna eficacia.

Por último, también es recomendable tomar acciones simples para evitar ser blanco de estos insectos. “Vestir ropa blanca y que -además- cubra brazos y piernas, junto con evitar comer dulces al aire libre, alejarse de zonas húmedas y de nidos o colmenas, junto con sacudir la ropa antes de vestirla siempre serán buenas ideas. En el caso de las personas alérgicas, contar con un botiquín de emergencia con antialérgicos es clave”, finaliza la facultativa.