Actividad física cómo factor protector en la infancia
Paulina Rodríguez Directora Carrera de Educación Física Universidad de Las Américas Sede Concepción
No cabe duda que la práctica de actividad física de forma regular genera múltiples beneficios para el bienestar de las personas. Una vida activa se asocia al desarrollo de positivos parámetros físicos, condicionales, coordinativos o motrices, y también como factor protector de la salud mental en todas las edades. Mientras antes actuemos, más posibilidades de éxito tendremos a la hora de potenciar la salud mental y emocional de nuestros niños.
La infancia es una etapa clave en la formación humana, lo que en ella ocurra marcará las etapas posteriores y sentará las bases para el desarrollo de aspectos claves como la personalidad e identidad. El niño es acción, es energía y son aquellas características las que hacen del movimiento la mejor herramienta para potenciar el aprendizaje, desarrollar habilidades sociales e iniciar el proceso de autoconocimiento, ya que tiene el poder de conectarlo con sus capacidades y potencialidades, gustos, motivaciones, miedos, metas y propósitos, al mismo tiempo que crea un espacio de libertad que le ayuda a ir comprendiendo el mundo que lo rodea desde la experiencia corpórea de ser un cuerpo que solo se mueve a un cuerpo que siente, piensa y sueña.
El movimiento, con una finalidad de formación integral, aporta elementos que fortalecen la salud mental de los niños, entregando experiencias que le serán de utilidad a la hora de enfrentar complicaciones o dificultades, con otros o consigo mismo. Le ayuda a manejar mejor sus emociones y saber encausar sentimientos que lo paralizan como angustia, ansiedad o miedo. Los niños que incorporan la actividad física y/o deportiva de manera regular en sus rutinas, presentan una salud mental más saludable aun cuando presentan diagnóstico de algún trastorno mental, cognitivo o motor, lo cual se traduce en la mejora de la calidad de vida de ellos, sus familias y todos quienes los rodean.
Es importante ir incorporando la práctica de actividad física de manera periódica y paulatina, eligiendo actividades en las cuales logren conectarse con las diferentes dimensiones antes mencionadas, donde se disfrute de la experiencia de ser movimiento y vida.