Psicóloga Clínica Yanira Madariaga Baeza, académica de la carrera de Obstetricia, UNAB Sede Viña del Mar.
En ocasiones, la vuelta al trabajo se transforma en una de las razones por las que las madres dejan de amamantar a sus bebés, principalmente por la presión social y la creencia de que volver al mundo laboral y la lactancia materna, son absolutamente incompatibles.
Muchas mujeres experimentan una fuerte ansiedad y estrés en esta etapa de transición, periodo que puede gatillar síntomas ansiosos y depresivos. Por ello es apremiante que todas las personas que influyen de manera directa o indirecta en este proceso sean sensibilizados sobre la importancia de la lactancia materna.
El temor a que el bebé no se adapte bien a la ausencia de la madre o la transición hacia otros alimentos, y/o inclusión de la leche de fórmula, puede generar ansiedad y preocupación en las madres. La sensación de pérdida de control sobre la crianza del hijo durante el tiempo de trabajo puede ser una fuente adicional de estrés emocional. Sin embargo, es crucial recordar que cada madre y bebé son únicos, y no existe un enfoque único que se adapte a todas las situaciones. La comunicación y el apoyo son fundamentales en este proceso.
Este retorno al mundo laboral puede generar múltiples emociones y sentimientos que pueden ser vividos como contradictorios: Por un lado, puede haber sensación de alivio de no estar 24 horas al día al cuidado del bebé y a la vez sentimientos de culpa por ello.
Asimismo, puede aparecer confusión sobre cómo mantener la lactancia materna; acerca del proceso de la extracción de leche; la gestión de un banco de leche; la preocupación por el lugar de trabajo y los horarios de lactancia; que exista sala de lactancia en este espacio y facilidades para quienes deseen mantenerla, entre otros temas que pueden generar mucha inquietud.
Hay mujeres que consideran injusta esta situación, que es una realidad impuesta esta separación con su bebé. Todas estas emociones son muy esperables. A veces surgen discursos hegemónicos acerca de cómo vivir estos procesos lo que puede generar que muchas mujeres deban lidiar con el juicio público por diversas decisiones que van desde reducir la jornada laboral o no, llevarlo a la sala cuna o no, continuar con la lactancia materna o no, etc.
Las mujeres no deberían verse obligadas a elegir entre amamantar a sus hijos y trabajar. Esta disyuntiva genera grandes niveles de angustia y pueden mermar la salud mental de las mujeres madres que optan por la lactancia. La conciliación del trabajo, la maternidad y la lactancia, requieren de apoyo y compromiso, tanto de la familia, como del Estado, a través del desarrollo de políticas públicas que garanticen el amamantamiento. En ese sentido, tenemos como sociedad múltiples desafíos.
Si bien en los últimos años ha habido avances significativos, estos aún no son los suficientes para asegurar el derecho de los bebés de recibir el mejor alimento, y el de las madres de desarrollarse en todos los ámbitos que ellas estimen pertinentes. Necesitamos avanzar en un postnatal que a lo menos asegure el tiempo mínimo de lactancia materna exclusiva planteada por la OMS de 6 meses (en Chile tenemos 5,5 meses). Como señala UNICEF: “Se trata de cuestiones urgentes para garantizar que las mujeres puedan amamantar todo el tiempo que deseen. Más de quinientos millones de mujeres trabajadoras no se benefician de prestaciones de maternidad básicas; y muchas se encuentran sin apoyos cuando se reincorporan al trabajo.”
El Estado entonces, debe ser responsable de la formulación de políticas públicas que tengan como principal objetivo hacer posible amamantar y trabajar, garantizando que los empleadores ofrezcan pausas remuneradas. Además, ofrecer un espacio dedicado a la lactancia o la extracción de leche después de este periodo y que todas las mujeres tengan acceso a derechos de maternidad, condiciones de flexibilidad laboral, como el teletrabajo, por ejemplo. En este punto, es destacable el proyecto de ley de conciliación y trabajo presentado este último mes por el gobierno.
A nivel laboral debemos seguir avanzando en condiciones que incluyan más salas de lactancia (todavía muchas mujeres se enfrentan a la extracción de leche en un baño o bodega) lo que, sin duda, afecta la salud mental.
El apoyo de las jefaturas y compañeros de trabajo es fundamental, ya que muchas madres se sienten una carga o que, al regresar al trabajo, han vuelto con sus funciones cambiadas, teniendo la sensación de castigo por haber optado seguir amamantando.
La salud mental de las madres que amamantan se verá beneficiada cuando los empleadores ofrezcan medidas de reducción del tiempo en que pasen alejadas de sus bebés, con horarios flexibles, salas cunas en los lugares de trabajo con salas de lactancia, trabajo a tiempo parcial, etc.
Todas estas acciones mencionadas, en los distintos niveles del sistema social, pueden marcar una gran diferencia en el bienestar emocional de la madre.
A medida que avanzamos hacia una sociedad más consciente y empática, es vital que se fomente una cultura que valore y apoye la lactancia materna, así como la vuelta al trabajo con una mirada empática y comprensiva. La maternidad no debería ser vista como un obstáculo para el desarrollo profesional, sino como una experiencia enriquecedora que contribuye al desarrollo de la sociedad en su conjunto.