Claudia González, académica de la Carrera de Pedagogía en Educación Diferencial UDLA Sede Viña del Mar
Ser profesor de educación diferencial en el siglo XXI conlleva un compromiso enorme, basado en un enfoque de derecho que da sentido a uno de sus principales propósitos, propiciar la atención a la diversidad de manera adecuada y pertinente, procurando la permanencia de todo niño en el sistema educativo.
Con esta convicción, estos profesionales hicieron frente a los avatares de una pandemia que, en abril de 2020, dejó aproximadamente ciento sesenta millones de estudiantes fuera de las escuelas en todo el mundo. En un contexto poco alentador, estos formaron parte de equipos de trabajos que avanzaron al unísono con las familias.
En la actualidad, la política pública invita al profesor de educación diferencial a continuar fortaleciendo aquellos aprendizajes truncados y/o no adquiridos por los niños. Es así como, a través de la normativa vigente, adquieren el compromiso de ser agentes claves dentro de las escuelas, favoreciendo y potenciando el trabajo colaborativo y la co-enseñanza como una medida de inclusión, fundamentalmente para brindar una formación de calidad y dar respuesta a las necesidades educativas dentro del aula, lo que requiere considerar la diversidad como una riqueza invaluable que determina las formas y maneras de aprender de cada individuo.
Por lo tanto, uno de los desafíos del profesor es ser parte del compromiso de proporcionar una educación de calidad, inclusiva e igualitaria en todos los contextos educativos que se encuentren. Su aporte no solo está dirigido a toda la comunidad educativa, sino también se encuentra enmarcado dentro de las estrategias que el Estado de Chile ha adquirido para acercarse al cumplimiento de la Agenda 2030, a través del Objetivo de Desarrollo 4: “Garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos”.
Es por esto que resulta imprescindible, estando a siete años de que se cumpla el plazo para este compromiso nacional, que las autoridades prioricen las medidas de implementación que permitan empoderar la labor de estos profesionales, se motive y se promueva la capacitación. Además, brindarle los recursos que requieran, junto con todo el apoyo necesario dentro de los sistemas educativos de los que forman parte. Es urgente recordar que los docentes han sido, son y siempre serán un requisito primordial para garantizar la equidad en la educación.