Por Viviana Cornejo Suil, docente de Terapia Ocupacional de la Universidad Santo Tomás Puerto Montt
El Accidente Cerebrovascular (ACV) es una de las principales causas de discapacidad y muerte en todo el mundo. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), se estima que cada año se producen alrededor de 15 millones de ACV en todo el mundo y más de 5 millones de personas quedan con discapacidades permanentes.
Las estadísticas dan cuenta de que el ACV no discrimina, puede afectar a cualquier persona, sin importar su edad, género u origen. Sin embargo, en muchos casos, el ACV se puede prevenir. ¿Entonces por qué no estamos hablando más sobre la prevención?
Controlar los factores de riesgo es fundamental. La hipertensión arterial, la diabetes, el tabaquismo, la obesidad, el sedentarismo y el estrés son factores que aumentan la probabilidad de un ACV. La buena noticia es que la mayoría de estos factores son modificables.
La prevención del ACV comienza en nuestros hábitos diarios. Una alimentación saludable, ejercicio regular, dejar de fumar, controlar la presión arterial, el colesterol y adherirse al tratamiento farmacológico son hitos cruciales. Debemos tomar conciencia de que nuestras elecciones de estilo de vida actuales tienen un impacto directo en nuestra salud cerebral, la cual es responsable de todas las funciones que nos permiten vivir y disfrutar de una buena calidad de vida.
La Terapia Ocupacional emerge como un aliado en la prevención del ACV, promoviendo hábitos saludables a nivel comunitario, colaborando en la creación de programas de bienestar que fomenten un estilo de vida saludable y detectando tempranamente problemas de salud que pueden aumentar el riesgo de ACV en la población.
Después de un ACV, el rol de la Terapia Ocupacional cambia y se enfoca en mejorar la calidad de vida de las personas a través de la recuperación de actividades significativas y funcionales. Además, brinda capacitación y apoyo a familiares y cuidadores para que puedan comprender y abordar las necesidades de sus seres queridos.
Es hora de asumir la responsabilidad de nuestra propia salud cerebral y promover una cultura de bienestar y prevención en nuestras comunidades. No esperemos a que el ACV toque a nuestra puerta, actuemos ahora, antes de que sea demasiado tarde. La prevención del ACV es una llamada de alerta que todos debemos escuchar y responder.