Sergio Hermosilla Pérez
Vicerrector Sede De la Patagonia
Universidad San Sebastián
En pleno debate sobre la ejecución presupuestaria para el año 2024, vale la pena reflexionar sobre ciertos aspectos relacionados con los recursos destinados a la educación, considerando el contexto que vive nuestro país.
Chile atraviesa por una preocupante situación producto del retroceso de los aprendizajes y la deserción educativa que implicó el cierre de los establecimientos en pandemia. Los resultados del último SIMCE han sido categóricos al registrar un retroceso equivalente a una década. Ello, sin mencionar las brechas de aprendizajes y entre establecimientos identificadas, las cuales constituyen también un desafío para el sistema.
En virtud de aquello, para nadie debe ser indiferente fortalecer nuestros niveles de educación preescolar, básica y media, realizando esfuerzos fiscales para revertir este escenario, más aun considerando que al llegar a la universidad se evidencian y acentúan estas problemáticas de aprendizaje, de convivencia e incluso de sociabilidad que vienen experimentando nuestros jóvenes.
Por lo mismo, a la luz de esta realidad, preocupa que para la reactivación educativa, el gobierno haya presupuestado sólo 32 mil millones de pesos, cifra claramente insuficiente.
Lo anterior nos invita a repensar el foco de las prioridades presupuestarias en materia educacional; estudiantes mejor preparados desde sus bases, podrán tener mayores oportunidades para enfrentar los desafíos de un mundo cambiante como el nuestro, por lo que vale la pena reflexionar sobre el acento de los recursos, pensando en el largo plazo, como también en las nuevas generaciones.