Dada las altas tasas de pacientes diagnosticados, expertos entregan recomendaciones para advertir a tiempo sus síntomas y recibir un tratamiento oportuno y eficaz.
Un accidente cerebrovascular (ACV) es una emergencia médica que surge cuando el flujo de sangre que va hacia el cerebro se detiene. Si esta detención es definitiva, producto de un trombo o coágulo sanguíneo, el cerebro no puede recibir nutrientes y oxígeno, por lo que sus células mueren, causando daño permanente.
Esta lesión, también conocida como «ataque cerebral», podría sufrir un aumento explosivo de casos a nivel mundial, llegando a 10 millones de fallecimientos anuales, según el más reciente informe de la Organización Mundial de Accidentes Cerebrovasculares (WSO por sus siglas en inglés) junto a la revista médica británica The Lancet.
Un alza cercana al 50% que para el Dr. Jorge Villacura, neurólogo de Clínica Dávila, se debe a “múltiples factores de riesgo que se han hecho cada vez más frecuentes en la población, sobre todo en jóvenes, como la hipertensión arterial crónica o la obesidad”.
De acuerdo con datos del MINSAL, el ACV fue la segunda causa de muerte en Chile hasta 2021, luego de las enfermedades al corazón. Solo ese año, 7.500 personas murieron producto de un infarto cerebral, lo que equivale a una persona cada 70 minutos.
¿A quiénes afecta más?
Esta patología es muy común en adultos mayores, ya que está condicionada por características que suelen estar presentes en este grupo etario.
“Cada día vivimos más y, por lo tanto, sufrimos más enfermedades asociadas a la edad, lo cual aumenta la carga de factores de riesgo”, afirma el Dr. Daniel Andreu, neurólogo de Clínica Santa María.
Asimismo, esta “es una de las enfermedades que afecta más la funcionalidad y la parte cognitiva en la tercera edad, involucrando la función motora, disminuyendo el equilibrio y la fuerza muscular, así como la función cognitiva, afectando o incluso eliminando el habla”, agrega el Dr. Roberto Concha, geriatra de Clínica Dávila Vespucio.
Considerando lo anterior, el Dr. Andrés Villagrán, neurólogo de Clínica Ciudad del Mar, enfatiza que “el 80% de los factores de riesgo para un ACV son modificables y se pueden prevenir, en tanto, solo el 20% restante no son modificables como la edad, el sexo, la raza y genética”.
Cada segundo cuenta
El tiempo de acción es fundamental ante un ACV, porque al obstruirse una arteria y producirse un infarto cerebral, cada momento que transcurre afecta a un mayor número de neuronas.
El Dr. Sergio Juica, neurólogo de Clínica Biobío, detalla los signos a los que hay que estar atentos:
- Pérdida de fuerza en brazos, cara o alguna de las piernas.
- Dificultad para hablar (lengua traposa, dificultad para pronunciar o entender lo que me hablan)
- Pérdida de sensibilidad
- Inestabilidad para caminar
- Parálisis o asimetría de la cara
- Problemas para ver en uno o ambos ojos
- Dolor de cabeza intenso
“Todos estos síntomas suelen comenzar bruscamente y de forma aguda. También puede ocurrir que una persona despierte con ellos y no se haya dado cuenta de que tuvo un accidente cerebrovascular durante la noche”, explica el profesional.
Finalmente, el Dr. Alfredo Labarca urgenciólogo de Help, detalla: “Ante la presencia de cualquiera de estos indicios, se debe inmediatamente solicitar una ambulancia o asistir al servicio de urgencia más cercano, ya que el tratamiento está limitado por el tiempo, considerando desde el inicio del episodio generalmente hasta las 3 o 4 horas posteriores”.