Verónica Morales Ibáñez
Directora Ejecutiva Fundación Lepe
Estamos en plena pre-temporada navideña, un momento donde una parte de la población en Chile comienza a preparar su celebración para Nochebuena, instancia llena de encuentros y reflexión, conmemorando así el nacimiento de Jesucristo junto a un pesebre, popularizado en la Edad Media por San Francisco de Asís.
En medio de esta festividad, está la tradición de intercambiar regalos. ¿Por qué no considerar algo diferente este año? Sobre todo pensando en el escenario actual de la crisis climática, social y ambiental que se vive a nivel global. ¿Qué tal si realizamos un cambio de paradigma en nuestro consumo y transformamos estas fechas en una oportunidad para regalar vida en sus diversas formas?
Esta propuesta, justificada desde la diversidad biológica, incluye especies vivas que suministran el sistema de soporte vital de la Tierra; agrupando hongos, microorganismos, plantas, animales, insectos y peces que componen los ecosistemas que nos proporcionan comida, agua limpia, aire y energía. Sin embargo, y lamentablemente, sus patrones son ahora también resultado de la influencia creciente de la actividad de las personas, según el Convenio Internacional sobre la Diversidad Biológica. Nuestro aumento de población, los modelos de consumo y la transformación de los hábitats naturales está desembocando en una crisis de extinción a la que los científicos llaman la “Sexta gran extinción».
Datos vinculados al consumo en esta celebración son preocupantes. En Estados Unidos se estima que el desperdicio de papel de regalo durante la temporada navideña supera las 4 millones de toneladas métricas (Sierra Club). En Reino Unido, se ha informado que se desperdician alrededor de 7 millones de toneladas de alimentos durante la temporada navideña (Waste and Resources Action Programme). Y en nuestro caso, se estima que en Chile durante diciembre cada persona eleva aproximadamente de uno a dos kilos diarios su producción de basura, generando hasta de 60 kilos de desechos por persona. Y ello se vincula con las celebraciones de fin de año debido al aumento de envoltorios, botellas, restos de comida, etc.
Dada las pérdidas registradas a la fecha, se vuelve imperativo abrazar prácticas sustentables y responsables, y esta fiesta de orígen religioso, con su anhelo de paz, es una oportunidad para que este año, hagamos que nuestros regalos no sólo sean símbolos de afecto, sino también una motivación para ser agentes de cambio positivo alrededor de nuestras comunidades.
En este espíritu, la propuesta es regalar VIDA. Esto puede tomar diversas formas, desde adoptar árboles, suculentas, una rica cena realizada con semillas y productos nativos, bajadas en kayak para reconocer el tremendo valor de las cuencas hidrográficas y sus diversos afluentes, momentos culturales y espirituales de reflexión para contribuir a la regeneración socioecológica. Desde envolver regalos con papel reciclado o reutilizar bolsas, traspasar objetos personales con historia o buscar creaciones realizadas provenientes de materias primas de la naturaleza, biodegradables y que no signifique que se transformarán en basura perpetua. De esta manera, no solo estaremos regalando vida, sino que también estaremos invirtiendo en la salud a largo plazo de nuestro planeta y, por ende, en la nuestra.
Un aspecto fundamental de esto, es también apoyar a los emprendedores comprometidos con la economía circular, que están redefiniendo la forma en que producimos, consumimos y desechamos. En lugar de seguir un modelo lineal de tomar, hacer y desechar, la economía circular busca minimizar el desperdicio y aprovechar al máximo los recursos existentes.
Estos emprendedores no sólo están ofreciendo productos, sino también una visión para un futuro más sostenible y responsable. Al elegir apoyarlos, estamos contribuyendo directamente a la construcción de una economía más consciente y respetuosa con el medio ambiente. Además, al regalar vida y respaldar este tipo de emprendimientos, estamos fomentando una conversación esencial sobre la importancia de nuestras elecciones cotidianas, tanto actuales como futuras para las próximas generaciones. Cada regalo que hacemos puede ser una declaración de nuestros valores, elegir y/o crear regalos que respalden la vida y el medio ambiente puede inspirar a otros a hacer lo mismo.
En esta temporada, invitemos a la reflexión sobre el impacto de nuestras acciones y regalemos algo que perdure más allá de la festividad: REGALEMOS VIDA. En cada regalo, encontramos una oportunidad para sembrar la semilla de un cambio positivo y duradero.