Por Eduardo Schwerter
Presidente de Agrollanquihue A.G.
El trigo es un cultivo esencial para la alimentación de millones de chilenos y es el segundo cereal producido globalmente después del maíz y seguido del arroz.
Hace algunos años, Chile prácticamente se autoabastecía de trigo. Hoy en día, cerca del 50% de lo que necesitamos se produce en nuestro país, llegando a un millón de toneladas al año.
Odepa señala que, durante la primera semana del 2024, los precios de compra de trigo a productor informados por la industria molinera respecto a igual semana de la temporada anterior se redujeron un 35%.
Por otro lado, estos precios son inferiores al precio de importación, el que se encuentra en alrededor de 24 y 25 mil pesos el quintal (100 kg), en cambio el precio que se está ofreciendo a productor a nivel nacional no supera los 20 mil pesos. Con esto no se cubren los costos de producción.
Los bajos precios que están pagando los molinos por el trigo nacional prefiriendo el grano argentino y canadiense por sobre el chileno, ha llevado a que distintas voces pidan urgentemente la intervención de la Comercializadora de Trigo S.A. (Cotrisa).
Cotrisa es una empresa del Estado de Chile que “opera en el mercado de granos como un agente que busca disminuir las asimetrías de negociación entre productores e industria procesadora, contribuyendo con la formación de precios competitivos, mediante la transparencia de información, aportando con las certificaciones de calidad y con una gestión preferente hacia pequeños productores con carencias en materias de conocimiento y acercamiento a los mercados”.
Creemos que es urgente mediar ahora en esta situación que afecta a los productores nacionales, ya que, de no disponer de precios competitivos, el productor migrará a otros rubros, más rentables, afectando significativamente el abastecimiento de esta materia prima nacional, necesario para la fabricación de harina, pan y pastas, entre otros. Siendo el pan un alimento tan fundamental para nuestra población, esta situación pone en grave riesgo la seguridad alimentaria del país.
En este sentido, nuestra preocupación radica en que, siendo los anteriores alimentos de alto consumo diario de los chilenos, aumentemos más aún nuestra dependencia del producto importado, lo que es peligroso e irresponsable en un mundo convulsionado, con fuertes vaivenes en el comercio internacional, afectando constantemente la oferta, los precios y la disponibilidad de muchos alimentos esenciales.
Por todo lo señalado anteriormente, instamos a nuestras autoridades, con todos los ministerios involucrados, a actuar rápidamente, utilizando las herramientas disponibles para que se logre asegurar la continuidad de la producción de trigo chileno, con una mirada estratégica de largo plazo.