Por Leandro Cortés, jefe social territorial de Hogar de Cristo en Chiloé.
Mientras en Viña del Mar los damnificados aún lidiaban con las secuelas de los incendios, en Castro, otro fuego arrasaba la Hospedería Mixta del Hogar de Cristo. Veintidós personas enfrentaban, de nuevo, la adversidad de no tener un techo. Estos siniestros, ya sea en los cerros viñamarinos o en la isla de Chiloé, no son meros accidentes.
Como Hogar de Cristo, hemos visto cómo las catástrofes profundizan la desigualdad existente, dejando a las comunidades excluidas en una posición todavía más precaria. Desde el terremoto y tsunami de 2010, pasando por los incendios en Valparaíso de 2014, los aluviones que han asolado el norte del país y los incendios forestales en las regiones del centro y el sur, hemos estado ahí. La reciente tragedia en la Hospedería Mixta de Castro, es otro ejemplo. Como siempre, los más pobres son siempre los más afectados.
¿Cómo habría sido el destino de las 22 personas en situación de calle que lo perdieron todo en el incendio si la Casa de Ejercicios del Obispado de Chiloé no les hubiera brindado refugio y el Municipio de Castro no nos hubiera ofrecido su apoyo? Este acto de compasión, de valor incalculable, nos enfrenta a una pregunta crítica. Ahora que el Obispado nos ha facilitado un espacio esencialmente destinado al albergue invernal, dentro del plan Noche Digna, ¿cuál será la suerte de quienes siguen sin hogar, especialmente con la llegada del invierno y nuestros recursos más limitados que nunca?
Ante esta encrucijada, la construcción de una nueva hospedería en Castro se convierte en una misión crucial. No solo por el bienestar de las 22 personas de alta vulnerabilidad y daño social que actualmente acoge el Hogar de Cristo, sino también para reabrir las puertas del Arzobispado para continuar brindando refugio a las más de 90 mujeres y hombres en situación de calle en Castro.
Nos vemos, por lo tanto, en la necesidad imperiosa de lanzar una campaña para ir en recaudación de fondos para reconstruir la Hospedería Mixta. Esta iniciativa, que arrancará en la cuarta semana de este mes, requerirá, como siempre, del esfuerzo conjunto de toda la comunidad. Sabemos que contamos con los chilotes de corazón generoso y sensibilidad a flor de piel. Después de todo, volver a levantar los muros del Hogar de Cristo trasciende la mera cuestión de caridad. Es, en esencia, una cuestión de humanidad.