El 22 de abril conmemoramos el Día de la Tierra, una ocasión para reflexionar sobre el estado de nuestro único hogar compartido y las acciones necesarias para preservarlo. En este contexto, es crucial abordar una pregunta fundamental: ¿Cuántas “Tierras” necesitamos para satisfacer nuestra voraz demanda de recursos?
Los datos son claros y alarmantes: Según estimaciones de Global Footprint Network, organización sin fines de lucro que se dedica a la investigación sobre la huella ecológica y la sostenibilidad ambiental, actualmente necesitamos 1,7 planetas para mantenernos a flote a nivel global. Y de acuerdo con el Informe Planeta Vivo 2020, elaborado por el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), hoy estamos usando los recursos naturales 1,6 veces más rápido de lo que la Tierra puede regenerar en un año.
La sobreexplotación no solo agota los recursos naturales, sino que también degrada los ecosistemas y amenaza la estabilidad climática del planeta. Una solución concreta es cambiar el modelo desde la economía de consumo lineal hacia la economía circular. Este enfoque busca redefinir nuestra relación con los recursos, promoviendo la valorización y el reciclaje para maximizar su utilidad y minimizar el desperdicio. Al adoptarla, podemos reducir significativamente nuestra huella ecológica y avanzar hacia un modelo de desarrollo más sostenible.
Sin embargo, la transición hacia una economía circular no es fácil ni rápida. En nuestra realidad local, la puesta en marcha de la Ley de Responsabilidad Extendida del Productor (REP) es un gran paso que busca fomentar la innovación y la adopción de prácticas sostenibles, así como cambios en nuestros hábitos de consumo y de producción.
En esta ruta se hace necesaria la transformación de la industria, capacitándola con respecto a las obligaciones que le caben en esta nueva normativa. Según estimaciones, entre un 80% y 85% de las empresas reguladas por Envases y Embalajes del país aún no están adheridas a un Sistema de Gestión; un escenario que se debe revertir si se pretende generar un impacto en la implementación de la economía circular en Chile.
También se requiere visibilizar cuál es el rol del Productor y del Consumidor Industrial, poner foco en las regiones y que la industria, en su conjunto, entienda que la Ley REP no sólo es un compendio de obligaciones, sino también de oportunidades. Deben comprender que los residuos ya no van a un vertedero, sino que son una nueva y trascendente materia prima para sus procesos.
La industria tiene una enorme responsabilidad ambiental y social. Es hora de actuar con determinación y liderar las acciones que nos llevarán a garantizar un futuro próspero y sostenible para todos.
Lucile Richard, Jefa de Economía Circular de ProREP