A un año de la Ley TEA promulgada en abril de 2023 y en la conmemoración del Día Internacional de la Concienciación sobre el Autismo, académicos de educación de la USS evalúan la enseñanza de los establecimientos educacionales chilenos y entregan ideas para la visibilización de esta condición, como la realización de escuelas para padres.
El autismo está cada vez más presente en nuestra sociedad. Según datos específicos de la OMS, 1 de cada 160 niños es autista a nivel mundial, mientras que en Estados Unidos esta cifra se reduce a 1 de cada 54. En Chile alcanza a 1 de cada 51 niños. Sin duda, datos que son interesantes de considerar en el Día Internacional de la Concienciación sobre el Autismo que se celebra cada año en abril.
Qué es el Trastorno del Espectro Autista (TEA)
El Trastorno del Espectro Autista (TEA) se relaciona con diferencias en el aprendizaje, el comportamiento y la comunicación, aunque se ven distintas afectaciones en función de cada persona. Provocado por causas múltiples, muchas de ellas desconocidas, da lugar a alteración en los patrones de comportamiento —restrictivos y repetitivos— y comunicación —verbal y no verbal—. Estos síntomas, en conjunto, limitan y alteran la función diaria de estas personas. Los grados de severidad se definen en función de la forma e intensidad de la afectación como leve, moderado y grave.
Emilio Sagredo y Maritza Leiva, educadores diferenciales de la Facultad de Educación de la Universidad San Sebastián, concuerdan en que aún falta camino por recorrer para considerarnos un país idóneo en la educación de personas autistas. «Queda mucho por comprender en cuanto a que la inclusión se trata de entender que todos y cada uno de nosotros somos diferentes, y es necesario comprender que la neurodiversidad es algo natural», advierte Sagredo.
Pero: a un año de la promulgación de la ley TEA en Chile, ¿podemos decir que somos un país idóneo para educar a niños con esta condición? «Desde mi perspectiva, el ser un país idóneo significa tener la apertura de trabajar en y con la diversidad. Es importante reconocer que en las instituciones de educación se está buscando instalar capacidades para poder trabajar desde una mirada respetuosa con estudiantes autistas y otras necesidades de apoyo. Sin embargo, a pesar de ello aún queda un largo camino por recorrer, entendiendo que se debe transitar desde un paradigma homogeneizador a uno que valore la Neurodiversidad en las aulas», indica Maritza Leiva.
Rol de los padres de hijos con TEA
Debido a que existen muchos mitos y conceptos erróneos al respecto de esta condición, los padres de niños autistas son los primeros que necesitan comprender a fondo esta temática, por lo tanto, es fundamental proporcionarles psicoeducación. A juicio de Sagredo, los propios establecimientos educativos pueden desempeñar un papel crucial en este sentido, pero para ello el sistema educativo debe comprender adecuadamente el autismo para ofrecer un adecuado apoyo a los padres.
De acuerdo al educador diferencial, una estrategia de apoyo interesante serían las «escuelas para padres»; una iniciativa dirigida no solo para los padres de niños autistas, sino idealmente implementadas en los establecimientos educativos con el apoyo de universidades. «Una política como esta podría resultar más atractivo para los padres y las familias, especialmente para aquellos que no tienen experiencia universitaria. Es importante que los padres comprendan que una persona autista no es necesariamente poco empática, como comúnmente se piensa. Más bien, tienen dificultades para decodificar la comunicación empática desde el lenguaje explícito y, aún más, desde el lenguaje no verbal. Por lo tanto, los padres deben comprender estas y otras características», indica.
Además de esto, es crucial incorporar activamente a padres que tienen experiencias exitosas, lo cual puede contribuir a generar zonas de desarrollo próximo en el aprendizaje de los niños autistas. «Es esencial que los apoderados comprendan que no solo existe el autismo asociado con la comunicación, sino que también existen otras condiciones, como el trastorno de la comunicación social pragmática», asegura.
Maritza Leiva, por su parte, cree que una buena forma de propiciar espacios para las comunidades educativas con la intención de concientizar y generar redes de apoyo entre familias y profesionales es la realización de conversatorios en torno a temáticas vinculadas con las principales necesidades de apoyo que se presentan a lo largo de la infancia y adolescencia. “Además, realizar actividades que favorezcan habilidades de la vida diaria y que promuevan la autonomía en los estudiantes, centrada en el desarrollo humano a nivel global, sería un gran beneficio para estudiantes autistas”, indica.
Diagnóstico en padres de niños autistas
Finalmente, el académico hace hincapié en realizar también un correcto diagnóstico de los padres de niños con esta condición. “Aunque falta investigación científica experimental que asegure la herencia genética del autismo, se han encontrado correlaciones significativas que vinculan a uno de los progenitores con un hijo o hija autista».