«El amor y la identidad no tienen límites. Celebremos la diversidad, el respeto y la igualdad para todos.»

Cada 28 de junio se celebra en todo el mundo el Día del Orgullo LGBTIQ +, una jornada en la que esta comunidad sale a la calle para reivindicar sus derechos.

Aún a día de hoy, el siglo XXI parece viajar hacia atrás en el tiempo: 173 países aún prohíben casarse con alguien del mismo sexo, 22 estados cuentan con ‘leyes morales’ contra homosexuales y, de los 72 países que persiguen el amor según el género con quien se practique, ocho lo hacen con la pena de muerte.

El término LGBTIQ+ está formado por las siglas de las palabras lesbiana, gay, bisexual, transgénero, transexual, travesti, intersexual y queer. Al final se suele añadir el símbolo + para incluir todos los colectivos que no están representados en las siglas anteriores.

Las letras L, G y B hacen referencia a los conceptos lesbiana, gay y bisexual. Una mujer lesbiana es aquella que se siente atraída por otra mujer. Por otro lado, un hombre gay es aquel que se siente atraído por otro hombre. Tanto lesbianas como gays son homosexuales, porque se sienten atraídos por personas de su mismo sexo. Mientras, que una persona bisexual se siente atraída tanto por mujeres como por hombres. La atracción, en todos los casos, puede ser emocional o física.

La T engloba a las personas transgénero. Son aquellas que nacen con genitales y características físicas que la sociedad identifica como masculinas o femeninas, pero que se siente del sexo contrario. Es decir, nacieron con el cuerpo de un hombre y se identifican como mujer o al revés. Las transexuales son aquellas personas transgénero que se han medicado o incluso operado para cambiar de sexo. De ese modo, adecuan su cuerpo a como se sienten realmente.

Algunas personas considera que la letra T también hace referencia a los travestis. Son personas que se visten y se comportan como si fueran el género opuesto. 

Los intersexuales nacen con genitales de hombre y de mujer a la vez. Además, algunos intersexuales tienen una combinación de cromosomas que impide asignarle un sexo concreto.

Hoy en día, queer hace referencia a aquellas personas que quieren vivir libremente sin etiquetas, sin esconderse y sin ser discriminadas por ello.

El símbolo + hace referencia a las minorías dentro del colectivo LGBTIQ+, como las personas asexuales, las demisexuales o los pansexuales, entre otras. Las personas asexuales son aquellas que tienen un bajo o nulo interés por el sexo. Las demisexuales necesitan conocer muy bien a otra persona para sentir atracción sexual. Son pansexuales y omnisexuales aquellos que se sienten atraídos por otras personas independientemente de su género.

HISTORIA

En 1994, una bandera color arcoíris de más de un kilómetro y medio de largo se expuso en el Orgullo de Nueva York para conmemorar los 25 años de la Revuelta de Stonewall, el primer catalizador del movimiento por los derechos LGTBIQ+.

Pocos eran los locales que en los años 60 acogían abiertamente a personas homosexuales y los policías se encontraban en contra de pubs como el Stonewall que eran algo habitual.

A modo de conmemoración, el primer desfile del Orgullo tuvo lugar un año más tarde y vistió con marchas reivindicativas las ciudades estadounidenses de Nueva York, Los Ángeles, Chicago y San Francisco. En los años 70, Estados Unidos aún penaba la homosexualidad como un crimen que podía conllevar hasta 20 años de cárcel.

HISTORIA NACIONAL

Dicho organismo se denominó Movimiento de Liberación Homosexual, Movilh, conformándose principalmente por personas mayores de edad, de diversos estratos socioeconómicos y educacionales. Algunos de sus primeros integrantes habían desarrollado  una intensa labor entre 1973 y 1990 para recuperar la democracia en Chile.

El Movilh surgió en un momento cuando la homofobia y la transfobia denominada como un delito por el Estado y cuando sólo unas pocas personas apoyaba la causa y muchos menos reconocían ser lesbianas, gays, bisexuales o transexuales, siendo el debate de la diversidad sexual hegemonizado por psicólogos, psiquiátras y sacerdotes, mientras que ser homofóbico o transfóbico era considerado un “valor” positivo.

A falta de una sede propia, los primeros/as activistas lanzaron las primeras líneas generales del movimiento LGBT en reuniones sostenidas en la Corporación Chilena de Prevención del Sida y, luego, en el extinto partido Participación Democrática de Izquierda (PDI).

En 1992 el Movilh pasó a formar parte de la ILGA.

En medio de un contexto político, cultural y social de transición democrática y de reestructuración de los movimientos sociales durante la Dictadura, el Movilh obtuvo una sede propia y definió diversos objetivos que hasta la fecha perduran, cuales fueron:

Visibilizar la realidad de lesbianas, gays, bisexuales, transgéneros y transexuales (LGBT) en los espacios públicos y privados, diseñar acciones jurídicas, legislativas, culturales, sociales y económicas destinadas a erradicar la violación a los derechos humanos de las minorías sexuales, establecer contactos con líderes políticos, sociales y académicos y participar de diversos foros de discusión, entre otros” – Movilh

En la segunda mitad de la década de los 90, el Movilh sufrió divisiones externas. Y agregaron al nombre de la organización la palabra «integración»,  otros activistas dieron origen a nuevos y distintos grupos LGBTI.

De esa manera, el Movimiento de Integración y Liberación Homosexual (Movilh) mantuvo su trayectoria e influencia sociocultural y política.

A partir del año 2000 cuando la organización comenzó a alcanzar su máxima presencia pública y privada, su mayor influencia y posicionamiento en diversas sociedades donde la obtención de la casi totalidad de los principales logros que perfilan a la instancia como la institución LGTB .

La religión

Con frecuencia, la distinción se torna difusa y el mensaje que muchos católicos escuchan es simplemente que ser gay es pecado.

El papa Francisco, el mismo que dijo en una entrevista que a los niños homosexuales había que llevarlos al psiquiatra, mostró una visión diametralmente opuesta en un documental donde se refiere a la posibilidad de que dos personas del mismo sexo formen una familia, un tema que la Iglesia católica ha rechazado desde siempre.

«La gente homosexual tiene derecho a estar en una familia. Son hijos de Dios y tienen derecho a una familia. Nadie debería ser expulsado o sentirse miserable por ello», dice el líder de la Iglesia católica en el filme titulado «Francesco».

«Lo que tenemos que crear es una ley de unión civil. De esa manera están cubiertos legalmente. Yo defendí eso», agregó, aparentemente refiriéndose a cuando era arzobispo de Buenos Aires.