Constanza Cortés, experta UOH, apunta a la necesidad urgente de innovación educativa y el uso de nuevas tecnologías para mejorar la formación y atención a las y los niñas y niños.
La educación chilena enfrenta una crisis significativa debido a la creciente escasez de docentes, especialmente en el nivel parvulario. Aunque la atención post-pandemia ha estado predominantemente enfocada en la educación escolar, académicos y especialistas han subrayado un preocupante rezago en la educación inicial. Proyecciones de Elige Educar y la Fundación Educacional Oportunidad indican un déficit de 26 mil profesores idóneos para el próximo año. Este problema es aún más crítico en el nivel inicial, donde se prevé una carencia de casi 7 mil educadores, cifra que podría aumentar a 10 mil para 2030.
Esta falta de docentes no solo afecta a las escuelas, sino también a jardines infantiles y salas cuna, que encuentran serias dificultades para contratar personal calificado y encontrar reemplazos adecuados. Este problema se intensifica en un momento crucial, mientras se discuten iniciativas legislativas como la agenda «Sala Cuna para Chile», impulsada por el Ejecutivo. Esta agenda busca ampliar el acceso y modernizar la oferta educativa en el nivel inicial, lo que exige un aumento significativo de profesionales capacitados.
Sobre los mayores desafíos de educadoras y educadores en el nivel inicial, la jefa de carrera de Pedagogía en Educación Parvularia de la Universidad de O’Higgins (UOH), Constanza Cortés, apunta a que están relacionados con la necesidad de que adquieran competencias que les permitan desempeñarse en contextos diversos y manejar situaciones emergentes que generan cambios en la sociedad y, por ende, en la escuela o jardín infantil.
«Nuestra educación actual demanda un compromiso social significativo. Es necesario que tengamos claridad sobre nuestro rol como agentes de cambio frente a una sociedad que enfrenta desafíos en términos de equidad y justicia social. Es crucial tener la convicción de que podemos aspirar a una sociedad más justa y con un sentido de comunidad. Así, se busca fomentar una mirada crítica y posturas fundamentadas que permitan pensar en soluciones divergentes para las problemáticas actuales, lo cual puede ser desafiante para los docentes en formación, quienes están expuestos a un bombardeo constante de información y a la inmediatez», detalla Cortés.
Consultada sobre el papel de la innovación educativa y las nuevas tecnologías en la mejora de la formación de educadores de párvulos y en la atención a los niños pequeños en las aulas, Constanza Cortés afirmó que “la innovación educativa es clave, ya que permite generar experiencias educativas renovadas donde se ponen en práctica conocimientos y saberes actualizados, fundamentales en la formación de cualquier educador o educadora».
La Subsecretaría de Educación Parvularia ha destacado que estas proyecciones consideran factores como la evolución de la matrícula en formación inicial y el crecimiento demográfico. Además, han asegurado que están abordando activamente el déficit mediante el Plan Nacional Docente, que establece ejes y líneas de trabajo para fortalecer el desarrollo profesional docente. Este plan se presenta como una guía estratégica para avanzar en políticas que promuevan el desarrollo y el reconocimiento del trabajo docente en este sector esencial.
En cuanto a las nuevas tecnologías, la profesional cree que «es crucial que las y los estudiantes amplíen su conocimiento más allá del uso básico de videos, explorando aplicaciones de realidad aumentada, juegos en línea, software para evaluar de manera sistemática, entre otras herramientas. Es fundamental tener en cuenta que los niños y niñas son ciudadanos en formación, por lo que debemos promover una alfabetización científica que les permita ser críticos en el uso de la tecnología y desarrollar un pensamiento reflexivo y ético respecto a su aplicación en diferentes contextos».
La escasez de docentes en la educación parvularia representa un desafío complejo que exige acciones coordinadas y sostenidas tanto a nivel gubernamental como académico. Solo a través de un esfuerzo conjunto se podrá garantizar un desarrollo educativo integral desde los primeros años de vida de los niños chilenos.