Felipe Vergara Maldonado
Analista Político
Universidad Andrés Bello
El escenario electoral en Venezuela para este fin de semana es complejo, no hay duda. De acuerdo con las encuestas publicadas, la oposición ganaría por más de 20% en una elección eventualmente transparente; sin embargo, otra cosa, es lo que pueda suceder el domingo y la posibilidad de que Maduro llegue a reconocer el triunfo. Me atrevería a decir que eso no es muy fácil que suceda y, de hecho, dicho sector ya ha empezado a dar ciertas voces de alarma, con una campaña del terror orientada al riesgo que implica que el actual dictador no sea el ganador, sirviéndose para ello de la típica estrategia de “O yo o el caos”.
Resulta relevante mencionar, además, que, al expresidente de Argentina, Alberto Fernández, reconocido por su firme inclinación hacia la izquierda política, y a quien se le había invitado a participar como observador en el proceso, a sólo unos días de su realización, haya recibido un comunicado oficial solicitándole amablemente que se abstuviera de asistir. Esta petición se basaba en la preocupación de que sus recientes declaraciones pudieran interpretarse como críticas hacia Maduro, lo que podría influir negativamente en la percepción del evento y en las relaciones diplomáticas de la región.
Es difícil anticipar qué ocurrirá este domingo; del mismo modo, es difícil asumir que, aunque Maduro se niegue a reconocer los resultados y/o boicotee la elección interviniendo los terminales de votación – dado que el proceso es completamente electrónico – o emplee otras estrategias como acusaciones de fraude o intervención de algún Estado opositor al régimen, estas maniobras logren impedir que los resultados electorales sean considerados como legítimos por la actual dictadura.
No es la primera vez que se reporta fraude en las elecciones venezolanas y aunque exista un amplio rechazo por parte de la comunidad internacional, estas condenas a menudo se quedan en simples declaraciones sin consecuencias reales. Maduro es consciente de que, a pesar de las acusaciones de fraude, la situación probablemente no tendrá repercusiones significativas; por otro lado, es crucial destacar que Rusia y China le brindan apoyo y podrían, desde sus posiciones, legitimar una elección o condenar una que se considere fraudulentamente. Esto añade una capa de complejidad al escenario electoral, y el resultado sigue siendo altamente incierto. Estamos hablando de un líder autoritario que carece de principios democráticos y, con el respaldo de las fuerzas militares, es improbable que acepte un resultado adverso que pueda conducir al cambio que Venezuela necesita.
Es preciso mencionar, además, que, en el momento en que Maduro deje el poder, la justicia, tanto de su país como de varios otros, podría caer sobre él, llevándolo eventualmente a enfrentar cargos por narcotráfico, enriquecimiento ilícito y violaciones a los derechos humanos, lo que hace más difícil un reconocimiento de los resultados por parte del actual mandatario, en caso de ser adverso.
Es de esperar que la ciudadanía participe de manera masiva en las votaciones, con la esperanza de que esto pueda traducirse en un cambio tangible en un país que, a pesar de su abundancia en recursos naturales, lleva años sumido en una profunda crisis de empobrecimiento.